Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Conchita Pérez



A finales del verano de 2006 y coincidiendo con el 50 aniversario del corrimiento de Rosiana, en Santa Lucía, estaba Pancho haciendo un trabajo de recopilación cuyo objeto era conocer cuántas personas -con sus nombres respectivos- vivían en el perímetro del terreno que se desplazó en el año 1956.

El inicio del trabajo -ya terminado y como todos, inédito- dice así:

A partir del 15 de febrero de 1956 ocurrieron los hechos, que habían empezado con las lluvias que desde Octubre de 1955 fueron empapando el territorio y que hoy conocemos como el corrimiento  de Rosiana, dicho en lenguaje más técnico:
 “el deslizamiento de ladera del barranco de Tirajana, en Rosiana”.
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Según el escrito del párroco de Santa Lucía en aquellas fechas, D. Antonio Hernández Rivero: “El miércoles 15 de Cenizas, se observó que la carretera general de Las Palmas a San Bartolomé de Tirajana presentaba algunas grietas y altibajos del kilómetro 53 al 54”…. “El 16 empezó la alarma, pues ya se notaba que lentamente la tierra se movía” y llegados al domicilio de  D. José Eulalio González Ramírez, notamos con gran sorpresa que a partir  de este punto la carretera se había desviado unos tres metros hacia el Barranco Real”.

Para la historia de hoy paso a transcribir una de las partes del relato referido a las Casas Corridas – que no quiere decir que corrieron (que se movieron), sino que eran seguidas. Una al lado de la otra- .

La primera casa, contando a partir de la esquina, era propiedad de José Vega Vega, padre de Conchita Vega, fallecida hace pocos meses, a la edad de 104 años. En ella vivían Conchita y su hermana María con su esposo Juan Pérez Vega. “Tenían 9 hijos, varones y hembras”

Recogido de don D. Fernando Pérez Vega y su esposa, Dª Inés Ascanio González, de La Montaña, en San Bartolomé de Tirajana. Más de noventa años, cada uno.

Esta información me pareció suficiente. Para mayor ilustración, les diré que el método de trabajo normal es:
Se recoge la información y se pasa a papel. Luego se va a la misma fuente y se lee para ver si encuentra algún error. En este caso estaba correcto.

Unos días después quedé con Conchita Pérez (*), cuya fotografía aparece más arriba. Le leí la nota anterior y al llegar a la parte de los nueve hijos, me dijo:
  - Apunte los nombres.
Y empezó a señalarlos uno a uno, así:
  - Los cinco varones  eran Juan, Pepe, Cristóbal, Emilio y Francisco; y las 4 hembras: Memita, Pilar, Rosa y María.

Cuando se los repetí, me corrigió:
  -¡¡No, no. Primero Cristóbal y después Emilio!!.

Me había equivocado al anotarlo.

¡¡ Increíble su memoria Conchita!!. 50 años después, recordaba al detalle –y por orden cronológico- los nombres de los nueve niños de entonces.
Hoy un poco más “flojilla”, con sus 103 años, vive con su familia en Vecindario. Le deseo lo mejor, Conchita.
Mujeres como usted forman parte de esa raíz campesina que tanto admiro por  laboriosa, honesta y seria.  Si encima le unimos el punto de socarronería que a usted le adorna, - y que está siempre presente en nuestra gente- es la imagen de “la gente de antes” que guardo como un tesoro en mis recuerdos.
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(*) En un almanaque editado por el Ayuntamiento de Santa Lucía hace algunos años dice asi:
María de los Angeles Pérez Vega, ese es su nombre completo, pero para todos y todas la conocemos más como Tití Concha. Nació el 2 de Agosto de 1906, en Santa Lucía, Rosiana.
Se dedicó desde muy temprana edad a la labranza, toda la vida. También cultivó tabaco que fue el que más ingresos le aportó, ayudándole a subsistir a ella y mantener a sus hijos, puesto que enviudó con 43 años.
Otro medio de subsistencia fue la realización de bordados para la Capilla de Telde, labor muy sacrificada que le exigía levantarse a la una de la madrugada para poderlos entregar al amanecer a la persona encargada de ello.
En la actualidad vive sola en su casa de Rosiana, rodeada por familiares que la visitan. Tiene 2 hijos, cuatro  nietos y dos bisnietos.


Palabras en desuso


En estos días he recordado algunas palabras que se usan específicamente en determinados pueblos de esta isla de Gran Canaria y están cayendo inexorablemente en desuso.
Ahí va la primera que solo he oído en Agaete.
Contexto:
Alguien está acusando a otro de un defecto o falta de virtud. El caso es que quien lo dice es el que tiene en mayor grado el pecado.
Por ejemplo: Un borrachín le llama a una persona abstemia: borracho……
A lo que éste contesta:
¡Cual lega borracho!
Quiere decir, mira quien habla, derivación de: ¡Cual alega!
Similar: Siempre habla quien tiene que le diga.

En el mismo pueblo:
La oí decir a una señora joven el día de la Rama. Fue piropeada -sin mucha clase- por un vecino del pueblo con estas palabras.
-¡Ñó, fuertes pechos tienes, María!
La mujer en vez de callarse como impone el sentido común,  contestó a voz en grito así:
-¡Mira lo que dice el mané este! ¡Que tengo las tetas grandes! !Tírame uña!
El piropeador se puso colorado.
Quiere decir: ¡Mira el bobo éste!¡ Tócame que te parto la cara!.

En Tirajana:
Alguien está dando una broma con intención de “dar la quintada”, engañar para reírse. Al darse cuenta de la finalidad, se contesta con un
Dále alante!
Quiere decir: ¡Sigue, que a mí no me engañas!

En Tenoya:
Ese es un tiesto. Significa: es una persona ruin, burletera.
No tiene ningún parecido con tiesto = maceta. Con sacar los pies del tiesto = echarse fuera del plato. O mear fuera del tiesto = salirse por la tangente.

¡Hasta otra!