Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Batata del gallo

Siguiendo con las batatas, ahí va una de Angelito contando lo que le pasó un día con un gallo.
Iba yo con mi gallo bajo el brazo, con sus patitas amarradas cuando me encontré a Javier.
-¡Te doy 100 euros por el gallo, pero me lo tienes que matar tu!
-¡Eso está hecho!
Lo cogí por el cuello y lo sangolotié (1) dándole vueltas hasta que creí que estaba muerto. El animal aleteaba todavía.
-¡Ahí lo tiene, suelte los 100 euros!
-¡Primero, le corta usted la cabeza, para que yo sepa que está bien muerto!
Angelito puso el gallo sobre el mostrador y de un tajo le cortó la cabeza.
-¡Aquí tiene usted la cabeza, afloje la pasta!
-¡Si no me lo desplumas, no lo quiero!
-¡Ay, me cago en la madre que a mi me parió!
Cogió el cuerpo del gallo con una mano, con la otra le puso la cabeza sobre el cuello, colocándosela bien, con un rollo de cinta siva(2) la pegó, dándole varias vueltas. Al terminar le abrió el pico soplando fuertemente.
Lo gracioso fué el final.
Al hacerle la respiración artificial, el gallo se convulsionó tosiendo y lanzando un hermoso y bien afinado kikirikí.
Angelito terminó su trato de esta manera:
-¡Siga su camino y váyase al c.ño de su madre que a usted no le vendo mi gallo, carajo!
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1.-de zangolotear
tr. col. Mover continua y violentamente una cosa.
2.-cinta siva. Cinta adhesiva

¿Batatas o boniatos?


A Javier, el de Maximino y Angelito, el del Ingenio, les gusta contar “batatas”. Una batata es una mentira exagerada. Pero, una mentira es un pecado venial y por un pecado de este calibre no se va al infierno. Lo malo es que se las creen ellos mismos y no están dispuestos a quedar uno debajo del otro a la hora de presumir. Anoche se contaron unas cuantas. En las primeras ambos se las daban de hombres ricos, empresarios, presumiendo delante de nosotros, los sufridores de sus relatos. Luego pasaron a la agricultura.
Estábamos viendo un partido de fútbol, por la televisión y al terminar, Javier salió pá(ra) la calle y, sin que nadie oyera sonar su teléfono móvil, lo subió a la oreja, gritando y manoteando.

Cortó el teléfono –si es que estaba encendido- y entrando en el bar, dijo: Me cago en diez, arreglen las copas que me voy deprisa pá Las Palmas. Tengo que despedir a cuatro trabajadores y me cuestan dos millones de pesetas cada uno.

El dato cierto - les aseguro- es que no es empresario ni nada. Está en el paro, hace bastante tiempo.

Le contestó sobre la marcha Angelito:
¿Se acuerdan el otro día cuando no me pude quedar jugando a la baraja porque tenía que marcharme a un convite? Uno está obligado y a veces se tiene que gastar un dinero para no quedar como un “jediondo”. ¿Saben cuánto me costó aquello?

Fueron 150 kilos de carne de cabra y se incluía bebida de todo tipo. Lo contraté por 6000 euros. Yo, por mi cuenta, y fuera de presupuesto, llevé 10 kilos de langostinos tigre a la gabardina, de este tamaño.
Y señalaba el tamaño con el largo de su mano, de la punta del dedo meñique a la del dedo pulgar. A esta medida, aquí se dice: de una cuarta.
Y el remate final de la batata
Terminó la fiesta y cuando fui a pagar. ¿Qué se debe, caballero? Me dice: Se han pasado un poquito, don Angel. Son 6870 euros.
¡Le di 7000 y le largué 3000 euros de propina. ¿Qué se iba a creer?
Todo el mundo dice que Angelito nunca ha visto 1000 euros juntos.

Pasaron a hablar de agricultura, concretamente de las papas que habían cogido esta semana. Primero: que si dieron seis sacos por saco de semilla. Se dice, seis por uno. El otro que diez sacos. Remató Angelito:
-¡Mire, señor. Cogí 3000 kilos, los cargué en el coche y se los vendí al del supermercado, a euro el kilo!¡ Vaya y pregunte!
La compaña inquirió

-¿Y cuantos viajes diste, Angelito?
-¡Un viaje solo. Usted no sabe lo valiente que es este coche!

Teniendo en cuenta el tamaño del cochecito. Que es un coche de estos pequeños -de licencia, como el de la figura que se muestra más arriba- que no necesitan carnet para conducirlos y que el peso máximo señalado es de trescientos kilos. Parece una exageración. Pues no, señor. En ese vehículo se cargaron tres mil kilos de papas en un solo viaje.


Para que Vds. se hagan una idea, tendrían que caber 120 sacos de 25 kilos para llevar 3000 kilos. Cuando yo me vine todavía seguían discutiendo, si cabían o no.
Prometo contarles alguna más. Pero lo bueno de verdad, es estar escuchándoles.
Saludos.