Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

El rabo del volador


Oí en estos días una frase que demuestra la pervivencia de la  socarronería del canario/a  en nuestros días.

Una madre recriminaba a su hija que no se perdiera una fiesta y siempre tuviera otra pendiente de celebrar. Primero le dijo aquello de

-¡Eres como la caja de turrones de La Moyera que en toda  fiesta está!
 
Para el que no esté versado en el asunto les aclaro que la venta de éstos dulces –no son como los de Jijona- se realiza en unos puestos muy peculiares, donde se puede observar una sombrilla, y la típica caja de madera sin ningún tipo de decoración ni artificio, solo pintado en letras grandes el nombre del artesano. Los turrones se colocan en hileras de manera ordenada, para que el cliente pueda identificarlos a simple vista.

-¡Mire madre, hasta en eso está equivocada porque no se ha enterado que ahora las cajas más famosas son las de Mederos, el del barrio de Schamann!  
-¡Fuerte niña lista, oiga. Hasta de turrones sabe. Te lo digo por tu bien. Te vas a enfermar de estar toda la noche botada (1) al sereno!

- ¿ Botada? ¿Porque haya salido dos sábados seguidos, me dices botada?  ¿Cuánto tiempo hace que no empato dos noches, señora?
A lo que contestó la madre con la frase definitiva y origen de la historia

-¡Cállate! ¡Que tu eres capaz de colgarte del rabo de un volador (2) ver donde hay fiesta! ¡Y me vienes ahora como una santita!

Fin.

 

…-o0O0o-…
1.- Botada: Tirada en la calle

2.- Volador: En Canarias, cohete.  
Y relacionado: también aquí al pirotécnico, le llamamos fueguista. También se puede oir: manojo de voladores.
 

La tunera está pal norte


Pancho viene de estar jugando un ratito a las cartas. Al juego que más le gusta: la zanga. Y se  venía riendo solo.  Voy a ver si es capaz de ponerles a ustedes en situación.
 Ustedes saben que cuando hay gente jugando a la baraja hay que estar calladitos. Ya lo decía Epifanio:  
¡Caballeros. Los de afuera callados como pinos.   prestar dinero y más náa!
Pues bien, hay un personaje  gracioso y socarrón que incorporamos ahora al relato  y de paso aprovechamos  para echarle el agua bendita rebautizándole para que no se moleste. Le vamos a llamar  Rafael.
 Acaba de terminar una jugada y público y jugadores están comentándola en voz alta. En ese momento llega Rafael  que dice
-¡Señores bajen la voz que hay un duelo en la Aldea de San Nicolás!
Como aclaración y para mejor entender  sepan que el lugar donde se está jugando está a unos  50 kilómetros de La Aldea. Rafael  ve  de reojo un triunfo en la mano de un jugador  –justamente el as de bastos, al que se conoce como el bastillo- y en vez de estarse callado grita mirando para la calle.
-¡La tunera está pál norte!
A lo que se levanta cabreado un jugador del equipo contrario a la voz de
-¡Yo no juego  más. Está diciendo la baraja!
Me hizo muchísima gracia y les explico:
El as de bastos tiene forma de tunera, los románticos dirán nopal. Y el jugador que se levantó airado estaba situado -dentro de los cuatros puntos cardinales- en el lugar del norte.  ¡Para que digan ustedes que los magos no son cultos!
Rafael ocupó el lugar del jugador que abandonó.  Y el juego continúa tranquilo  hasta que…..al ratito otra situación:
Se acaban de repartir las cartas. El compañero es mano. No  tiene  buen  juego y comenta para sí, en voz bastante baja
-¿Y a qué me hago, si no tengo juego maldito?
Rafael en vez de estarse callado comenta
-¡Pues hágase al Carsonúo, coño!
El compañero sobre la marcha, dice
-¡A copas!
Y mi compañero de equipo que se levanta a la voz de
-¡Hágame usted el favor!  ¡ Tramposo!
-¿Tramposo, por qué?
-¡O sea, que no sabe a qué hacerse y usted le dice al Carsonúo. Y el Carsonúo es un bar de Taidia! ¿ Y en el bar qué es lo que se vende? ¡Cooopas, coño, cooopas!¡Con usted no juego más!
¿Saben cuántas copas tenía Rafael  en la mano? ¡De ocho cartas, seis eran copas !
¡Fuerte casualidad!
Saludos…….