Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

La morita

De como caminan y se van transformando los poemas, mediante la transmisión oral.
Vean este popular de Fuerteventura

Allí en el barco de la amargura
En ese barco me embarco yo
Si por desgracia  yo en Ceuta quedo
Dejo un recuerdo de un fuerte amor
            ---o0o---
Marcha soldado  marcha tranquilo
Marcha tranquilo a pelear
Yo soy tu novia la que te quiere
que te ha querido y te esperará
            ---o0o---
A los 6 meses de estar en Ceuta
Una  gran carta el recibió
Era  de Amelia la que él quería
Y  le decía que se casó
             ---o0o---
Pobre soldado  tranquilo estaba
Y  cayó al suelo sin compasión
Y  una morita que allí se hallaba
Todas  sus penas le consoló.
               ---o0o---
A los 6 meses de estar en Ceuta
Otra  gran carta el recibió
Era  de Amelia la que el quería
Y  le decía que  ya enviudó
                ---o0o---
Tu bien viudita,  yo bien casado
Con  mi morita del corazón
Viva  mi mora, mora, morita
 La  que mis penas me consoló

Existe en otros muchos lugares de España con diferentes letras.
Y comparen con este otro, recogido en el pueblo vallisoletano de Villabrágima.
Artículo publicado como: LOS QUINTOS, de  MARTIN CEBRIAN, Modesto
Revista de Folklore, de la Fundación Centro Etnográfico Joaquín Díaz, nº: 043     Año: 1984        

-Adiós España
gritó un soldado
al despedirse
de su nación;
adiós mis padres
adiós hermanos
adiós Amelia
del corazón.
 
Si por desgracia
en Ceuta muero
nunca te olvides
del que te amó.
 
-Marcha soldado
marcha tranquilo
vete dispuesto
a pelear
que soy Amelia
la que te quiere
y la que nunca
te olvidará.
 
Hacía tres meses
que en Ceuta estaba
y una carta
él recibió
era de Amelia
la que él quería
la que le dice
que se casó.
 
Pobre soldado
qué triste estaba
cayó en el suelo
sin compasión
y una morita
que allí se hallaba
gritó: -Soldado
aquí estoy yo;
no tengo padre
ni tengo madre
ni tengo hermanos
ni tengo amor
si tú quisieras
noble soldado
nos casaríamos
juntos los dos.
 
Hacía seis meses
que en Ceuta estaba
y otra carta
él recibió
era de Amelia
la que él quería
la que le dice
que ya enviudó.
 
-Tu bien viudita
yo bien casado
con una mora
que me apañó;
viva mi mora
viva mi mora
que mis penitas
me consoló.
 
Saludos.