Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

¡Ay, que ascua!



Nos ponemos en situación, Pancho paseando por Las Palmas. Al lado, van caminando dos mujeres, una mayor, pongamos 65 años, con su pañuelo negro a la cabeza. La otra debe ser su hija, de alrededor de cuarenta. En este momento la está corrigiendo
-¡Ascua,  no se dice madre, se dice:  asco!
-¡Pues a mí me suena más bonito, ascua!
-Pues dígalo como usted quiera madre,  pero no esté hablando tan alto. ¡Se tiene que enterar todo el mundo de lo que estamos hablando, cristiana!
-¡Yo le debo ná a nadie! Porqué tengo que esconderme. ¡Fuera del agua, que bien se ená (1)
Tanto se fue “cabriando” la hija que chascó un murmullo que se entendió clarito:
¡Enaquíqueteamaaarro!, que se traduce al castellano, por :  ¡Ven aquí que te amarro!
Solita la señora mayor, dio la vuelta y  se fue para el coche. La hija que marchaba detrás, lo abrió.
La madre  se sentó, le puso  el cinturón de seguridad, le dió su tapita de pan bizcochado y allí se quedó tranquilita, mirando el panorama;  mientras la hija se iba a comprar a la calle de Triana.
Si les ocurre se ponen hablar de violencia verbal y esas cosas. ¡Esténse, tranquilas!
Aunque ustedes crean que  no, añoro estas cosas. Una vida sin prisas, sin móviles que a la vez nos dejan sin comunicación. Sentarse a comer toda la familia junta, comentando las cosas que pasan, etc., etc.
 O cuando iba a mi pueblo a ver a los abuelos y al pasar por la calle, una señora que no conocía cruzaba y no se cortaba,  preguntando:
-¿Y de quien “sos(2)” tu?
Y yo que  contestaba sin problemas:
-¡De Mariquita, la de Antoñito Francisco, el de la Almatriche!
-¿Y tu padre, Miguelito, cómo está? ¿Siguen viviendo en Las Palmas, verdad?
¡Bien, gracias a Dios! ¡Sí, allí vivimos!
¡Pós(3), le das recuerdos a los dos, de parte mía!
-¡Y quién es usted?
-¡Lorencita, tú se lo dices que ella sabe quién soy!
-¡Pues, muchas gracias, señora!
Saludos.
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(1).-    Se nada (del verbo nadar)   
(2).-    Sos.- Eres    
(3) .-   Pues.