Silvestre, pobre de Valleseco.


Corría el segundo tercio del siglo XX, época de penurias en las Islas Canarias. Había escasez de todo y en ese ambiente encontramos a un personaje popular en toda la isla de Gran Canaria: Silvestre Rivero Valerón, conocido como Silvestre.
Hombre de mediana estatura, alrededor de 1,65 m., jorobado, muy descuidado en su vestir. Muchas veces solo llevaba puesto como vestido un mugriento pantalón y chaqueta, sin camisa, tocado con un cachorro negro desgastado, raído, sin ala, al estilo de los que usa la gente de La Graciosa, brillando de sucio. Siempre descalzo. Era un mendigo que pasaba bastante tiempo fuera de Valleseco, pues iba a todas las fiestas de la isla.
En Tirajana cuentan que cuando le daban como limosna una perra -10 céntimos de peseta-, se la metía en la boca haciendo ver que se la comía y luego como en un juego de magia la sacaba de una oreja del donante o de la camisa del mismo. Era una forma de estimular la limosna. Don Vicente Montesdeoca, maestro que fue de Valleseco, excelente conversador, (q.e.p.d.) me decía que cuando llegaban las fiestas de Santa Lucía se marchaba caminando para la Caldera en los primeros días de Diciembre y no llegaba a Valleseco hasta mediados de Enero. Cuando llegaba Junio salía para las fiestas de san Juan y podía regresar a su casa para el mes de Noviembre.
Hay que rehabilitar la figura de Silvestre en el siguiente sentido:
Se ha escrito que era un desvergonzado, que se quitaba la ropa ante la gente. Pues bien, don Jesús Torrent, médico del pueblo, mantenía que no lo era y según explicaba, Silvestre padecía del corazón y cuando le daban ataques, los ojos se le perdían en las cuencas y parecía asfixiarse. Era en esos momentos cuando intentaba quitarse de encima la ropa que le oprimía.

Vivía solo en su casa de Lanzarote (Valleseco), cuyo piso era de tierra. Hacía su comida en un pequeño fogón de leña, se mantenía como mendigo de lo que le daban y alguna ayuda de alimentos que de vez en cuando le proporcionaban sus pocos familiares.
En Valleseco, los niños le tenían miedo, le cantaban cosas ofensivas, como:
“Silvestre Valerón, tira peos en un cajón..” y él salía corriendo detrás con un palo en la mano.

Siendo niño, mi amigo Hache, no le tenía reparos ni miedo, se paraba a hablar con él y le decía que estaba cansado de tanto caminar. Que padecía del corazón. No pronunciaba la erre ( r) y hablaba a borbotones, de forma que apenas se le entendía y lo poco que hablaba eran meras cuestiones de supervivencia: comer, descansar, dormir, el frío, el calor.
Alguna mala gente le dio fama de vampiro (chupasangre, se decía por aquí), por una costumbre suya que voy a relatar:
Cuando el carnicero llamado Benito mataba una vaca le daba a Silvestre la sangre y este la guisaba y freía comiéndose los “tumbos”. Miren Vds. que cosas: Hoy es un manjar exquisito que se sirve en los restaurantes de Nueva York. También cuando había matanza, por allí aparecía Silvestre y le daban la cabeza y las manos del cochino.Ya él se encargaba de quitarle las pezuñas y comerse la carne restante. También hoy es un plato de gourmets.
En el libro Valleseco, Crónicas de un siglo, de D. Nicolás Sánchez Grimón, publicado en el año de 2007, existe una cita de Silvestre que dice así:
“Silvestre:
Este año (*) el Ayuntamiento recibe un oficio del Sr. Juez de Instrucción de Vegueta solicitando un certificado de conducta del mendigo, vecino de este pueblo, Silvestre Rivero Valerón. Silvestre fue una persona que recorría la comarca pidiendo limosna y allí donde le cogía la noche, dormía, continuando al día siguiente su recorrido. Fue sepulturero en Valleseco”.


Cuando los jóvenes del pueblo iban a fiestas fuera del municipio lo hacían en un “pirata”, coche de alquiler ilegal y a la vuelta lo traían como una obra de caridad, pues todos comentaban que su olor era insoportable.
A título de reflexión: Seguramente él hubiera preferido tener una vida distinta, más cómoda, sin enfermedad. No olvidemos que cada persona tiene cosas buenas y malas y que todos somos fruto de las circunstancias. Todos.
Mi agradecimiento a Don H. Navarro por la aportación de sus recuerdos y por el dibujo hecho para mí y fechado en 1993 que se muestra más arriba. Asimismo a cuantas personas me han ayudado en esta pequeña historia.

(*) Se refiere a 1923.



10 comentarios:

  1. Conocí a Silvestre y lo trata Vd. muy bien. Era un mendigo hosco pero típico

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  2. Muy bonito el trabajo de recuperación de nuestra memoria colectiva. Otros le seguirán a usted, canario del campo. Le animo a seguir en esa línea.

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  3. Silvestre, Andrés el Ratón, Lolita Pluma, Pepe el Cañadulce, El Claca, la Perejila, Pepe Castellano (Pepe Monagas), el Pupulo, etc. Hay que recuperar esta parte de nuestra pequeña historia para que sea conocida por otras generaciones.

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  4. Oiga, me gustó.
    Me ha llamado la atención lo del pirata. Mi madre me contó que papá cuando la estaba enamorando se “la encontró” en la parada del “pirata”, y le dijo que él la llevaba, como no quiso esperó con ella, se subió al coche de hora y se sentó al lado hasta que llegaron al pueblo. Eso fue cuando vino de Venezuela.
    Pancho, porfa cuenta algo de los viajes de los canarios para hacer fortuna.

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  5. Pero coño Maestro Pancho ya realiza agradecimientos como si fuera el ganador del planeta, pero que equipo de redacción tiene, que agradece a varias personas, lo que me pregunto es si la reflexión final es suya o obra de algún "negro". Ya llego la subcontratación al blog, me parece que el blog del diablo, se le esta yendo de las manos.

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  6. Un hijo de Benito el carnicero sigue con la profesion, y recide en Telde por si quisieras recavar algo mas de informacion, tambien conozco a los hijos de D. Jesus Torrent. Un abrazo desde Telde.

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  7. ¿Que les parece esta frase?
    No te olvides del campo si te vas pá la ciudad, cuanti mas lejos te vayas más te tienes que acordar.
    A mi me gustó, dice tantas cosas este consejo

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  8. Pues si un hijo de Benito el Carnicero es el sepulturero, supongo que Benito tendra las morcillas mas frescas. Un saludo para la gente de Terde

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  9. Alvarito ranchero del agua del Chorrillo de Telde, cuando le preguntaban para que queria el cuchillo, contestaba, Pa que lo voy a querer chiquillo, pa cortar el agua. Saludos desde TELDE.

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Te agradezco la molestia. Pancho