Vamos a recordar la barbería de mi niñez, digo barbería –término casi en desuso- porque hoy somos más finos y decimos peluquería. Cuando mi padre estimaba que tenía el pelo demasiado largo y se me “enrizaba”, decía:
-Vaya a casa de Mastro Pepe a cortarse el pelo.
Había que presentarse al maestro indicando que tenías permiso pues era un “fiado” y el que pagaba era tu padre. Entrabas a la barbería y decías:
- Mi padre dijo que viniera a pelarme.
- Espere y vaya leyéndose el periódico o una revistita que tiene dos personas alante.
Descripción de la barbería: dos sillas de barbero, una a cada lado de la puerta. Una para el maestro y otra para el aprendiz. En la pared del fondo un mueble-mostrador ocupaba, de lado a lado, toda la pared. Sobre el mismo, detallado de manera exhaustiva -he puesto a trabajar duramente a mi memoria en la búsqueda de recuerdos- había:
3 tijeras,
varias navajas
máquinas de pelar de distintos tamaños,
la colonia (Varón Dandy),
el fijador,
la brillantina,
la polvera con sus polvos talcos,
el cepillo y el peine,
el jabón de afeitar,
la brocha,
la piedra pequeña translúcida con forma de lápiz (1) que se usaba para cerrar y desinfectar los cortes que hacía la navaja;
trozos de papel de periódico cortado a tamaño octavilla, que se usaban para limpiar el filo de la navaja, quitando el jabón durante el afeitado,
una piedra de amolar, para afilar las navajas;
y por último, un espejo de mano.
3 tijeras,
varias navajas
máquinas de pelar de distintos tamaños,
la colonia (Varón Dandy),
el fijador,
la brillantina,
la polvera con sus polvos talcos,
el cepillo y el peine,
el jabón de afeitar,
la brocha,
la piedra pequeña translúcida con forma de lápiz (1) que se usaba para cerrar y desinfectar los cortes que hacía la navaja;
trozos de papel de periódico cortado a tamaño octavilla, que se usaban para limpiar el filo de la navaja, quitando el jabón durante el afeitado,
una piedra de amolar, para afilar las navajas;
y por último, un espejo de mano.
En los cajones, los paños grandes y pequeños doblados y las toallas. En un cajón lateral las barajas, el dominó, y en una latita de sardinas vacía, las piedras de la zanga.
Sobre ese mueble, un espejo también largo y estrecho, colocado en alto e inclinado de tal manera que mirando hacia él, desde cualquier sitio de la barbería veías la calle y las personas que pasaban. A un lado y colgando de la pared una correa de cuero para asentar las navajas y otro espejo grande y viejo en el que se veían las figuras algo cóncavas. En la pared de la izquierda varios almanaques con imágenes de mujeres ligeras de ropa -seguro que era verano- y una fotografía enmarcada de un equipo de fútbol. En la pared de la derecha, dos jaulones grandes con forma de catedral. Dos hermosos capirotes eran sus inquilinos, excelentes cantadores que nos volvían loquitos de la cabeza.
Las conversaciones en la barbería giraban en torno a dos temas: la política y el fútbol. El barbero empezaba a hablar de fútbol, si los clientes no entraban en la conversación, pasaba a la política y si tampoco daba fruto el intento, entonces el tema se centraba criticando al último cliente que se marchó o de cualquier persona que pasara por la calle. Mastro Pepe, además de su profesión, prestaba también servicios de practicante -ver foto de parte del instrumental- y sacamuelas, incluso a domicilio.
Sigamos con la historia, cuando me llegó el turno, el maestro le dijo al aprendiz:
-Vaya poniéndole el peinador (2) al muchacho y súbalo a la silla.
A la hora de sentarme, como era pequeño, el aprendiz sacó un pequeño banco que puso sobre la silla para elevarme y que el trabajo fuera más cómodo. Mastro Pepe me cogió la cabeza y preguntó como quería que me cortara el pelo. Yo le dije solemnemente:
-A la moda.
Cuando terminó, miré al espejo y ví que me dejó como a mi me gustaba con la raya a un lado y peinado hacia atrás. Salí contento para mi casa y de repente, mi gozo en un pozo. Tuve la mala suerte de encontrarme con mi padre que me soltó:
- Oiga, quien le dijo a Vd. que se pelara así.
- El barbero. Yo no dije nada y me peló como él quiso..
- Vaya Vd. otra vez y le dice a Mastro Pepe que lo pele al dos con la moña.
Este estilo era rapando toda la cabeza a dos milímetros y dejando solo el flequillo cortado horizontalmente sobre la frente. A todos los niños nos cortaban así el pelo, parecíamos militares, y está claro que fracasé en mi intento de parecer diferente.
. Fui otra vez a la barbería, le conté lo que pasaba y me dijo:
-Usted me dijo a la moda.
Le contesté, mintiendo, con la cara ruborizada por la vergüenza.
-Yo a usted no le dije nada.
Me volvió a cortar el pelo, la maquinilla me daba escalofríos cuando entraba rapando la cabeza y de vez en cuando Mastro Pepe caliente refunfuñando:
-¡Carajo con el níííño! ¿Que no me dijo que lo pelara a la moooda!. ¿Usted cree que me bebo el tino (3) o qué?. ¡Yo ahora, pelo dos, cobro una y a reclamar al maestro armero!
-o-oOo-o-
(1) Piedra Alumbre.-La piedra de Alumbre es un sulfato mineral natural, de alúmina y potasio, que actúa increíblemente bien como desodorante y cicatrizante. Ha sido muy utilizada en las barberías como elemento desinfectante, después del afeitado. (2) Peinador.- Ese paño grande cubridor que evita la caída del cabello cortado sobre la ropa, así como la introducción del mismo por el cogote, según mi amigo barbero, Benjamín Castro (+, tristemente fallecido), se llama peinador.
(3) Beberse el tino, en el campo, significa: Tu te crees que me olvidé o qué.
Fuerte memoria, Pancho!
ResponderEliminarTodavía no había terminado de subir la historia y pusiste el comentario, muchacho. ¿Estabas esperando o qué?
ResponderEliminarGracias.
Que lindo Panchito. Todos se tratan de Vd. Espero que aún te ruborices.
ResponderEliminarTe acuerdas de la toga ? seguro que tus hermanas y "amigas" se la hacían. Todo el pelo liso y cogido con trabas alrededor de la cabeza.
Toda esta nostalgia capilar es propia de aquellos que se les esta viendo demasiado "el carton".
ResponderEliminarMi antiguo peluquero no encendia la luz, pues estaba jubilado, pero seguia actuando a puerta cerrada, en la plaza de la iglesia para que no lo pescaran (no se quien, el cuerpo de inspectores de peluqueria), y acababa todas sus faenas hasta hace poco con un "Quiere agua en la cabesa"
Cuidado este señor, esta jugando con los sentimientos nostalgicos de los jubilados para intentar meterlos en su "burbuja" y forrarse.
ResponderEliminarA mi me gusta el giro que va dando el blog. Revivir recuerdos y presentarnos el humor campesino en su esencia. El bloguero debe pertenecer a una generación puente. Spinning. coaching, trekking, puenting, chill out, fusión, etc. no son sus temas. Entiendo que Toni, el nuestro, para hacer aerobic lleve las mallas desde su casa.
ResponderEliminaralguien sabe o conoce como era el símbolo de los "sacamuelas" no de los barberos, el cilindro a rayas. El otro más antiguo,era algo así como una media luna?? o algo así?? si lo sabeis les ruego me manden un mail a pedroder@gmail.com.
ResponderEliminarMuchas gracias. ENRIQUE DE ROSA