Vendedor en bicicleta


Vamos a recrear hoy una estampa rural de mediados del siglo XX en el que aparece un oficio -vendedor ambulante en bicicleta- . Se completa con una anécdota relacionada con el mismo.
El oficio es revendedor. El personaje se llama Laureano. Compra la mercancía en casa de su tío, la pone bien colocadita en su cereta (1) de caña. Sube la cereta a la bicicleta, la ata bien y.... ¡a vender!
¿Qué mercancía lleva en la cereta?

Toda la que cree poder vender. Llevaba: Jabón en barras, de las marcas Lagarto y La Jirafa(2), agujas, alfileres,carretillas y madejas de hilo (marca la Cadena), café, cebada en paquetes, azúcar, cigarros, picadura, etc... También dos artículos ya en desuso, destupidores para cocinillas de petróleo y mechas de quinqué.

Subido en su bicicleta va recorriendo en los barrios: casas, fincas, cuarterías, etc.. Sitios alejados del pueblo y de las tiendas. Llegado al lugar, aparca su bicicleta, carga sobre sus hombros o al brazo la cereta y se llega hasta el posible cliente. A la vuelta viene cargado con la cereta y además lleva una caña donde van los cueros de baifo colgados.
Un artesano del Ingenio de Santa Lucía, llamado Juan Ramos, hacía las ceretas a la medida. Rectangulares, con un asa central, de unas dimensiones aproximadas de 80 x 50 centímetros. Similares a la de la foto. Claro que no tan nueva y además de caña, no de mimbre.
¿Cual era la forma de pago?
Al haber muy poco dinero en esta época, la forma mayoritaria es el trueque, en el campo aún se dice: “turre pacá, turre pallá”. Toma y dame. Do ut des, que diría el fino. Se cambiaba mercancía, preferentemente, por huevos y cueros de baifo, también fruta si se terciaba.
Algunas fortunas de hoy se iniciaron comerciando de esta forma.
Y ahora, la anécdota en la que se cita al comerciante y su bicicleta
Se la traslado como siempre sin añadidos, y tal como me la contaron:
Mi padre, mi hermano y yo trabajábamos en la Era del Cardón, despedregando, armando tierra, desturronando (3)….
Donde está hoy el cementerio de Sardina, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana se plantaban tomateros. Nosotros plantábamos todos los años allí.
El día de la historia, Laureano venía con una cereta encima de la bicicleta, vendía tabaco de picadura, cigarros, huevos y cositas pequeñas,
Mi padre tenía una relojera de cuero –se abría y se miraba la hora- parecida a esas que lleva hoy al cinto la gente para llevar el móvil. Y dentro tenía algún dinero escondido, veinte duros, quince duros….- apretuñados (4), todos llenos de azufre, porque ese día estábamos azufrando los tomateros.
- ¡Bartolito, no me compra tabaco hoy! ¡Cómpreme algo hombre, que no he vendido nada! ¡Cómpreme aunque sea un paquete de cigarros!
-¡Bastante ganas que tengo de fumar, pero no tengo un duro!
-¡Mire, si quiere le vendo la bicicleta con cereta y todo, en 20 duros!
Y mi padre, acercándose pa fuera, pa(ra) donde estaba él.
-¡Venga, hombre, si tiene 20 duros ahí le vendo la cereta y la bicicleta!.
Mi padre tenía un fecho que dá miedo. Trancó la bicicleta. Sacó la relojera, toda llena de azufre, abre la relojera y le pone los 20 duros llenos de azufre en la mano.
Laureano se queda mirando pá(ra) mi padre
-¡ Oiga, es una broma!
-¿Una broooma? ¡Usted me ha vendido y yo le he comprado!
Y mi padre no se bajaba de la burra
-¡Era una broma! decía Laureano
Mi padre cogió la bicicleta la echó pá(ra) la parte de allá.
Allí se quedó Laureano repitiendo su cantar. ¡Era una broma, hombre! Y mi padre en su trabajo. Al rato, le dice
-¿A usted le interesa la bicicleta?
-¡Claro, hombre déjemela ya y tenga sus cien pesetas!
-¡Si tanto le interesa, se la vendo! ¡Doscientas pesetas vale la bicicleta!
-¿Y me va a cobrar cien pesetas más?
-¡Si a usted le interesa déme 200 pesetas y si no la deja ahí quieta!
Después mucho ruego, Laureano sacó las 200 pesetas, se las entregó a mi padre, cogió la bicicleta con la cereta llena y se fue con las orejas coloradas.
Y terminó así de contarme la historia
¡Hace poco tiempo estaba por la costa y pasó Laureano por delante!. Se paró y dijo sonriendo: ¡Qué bien me la pegó tu padre con la bicicleta!
Pancho preguntó:
-¿Y su padre se quedó al final con las doscientas pesetas?
-¡Sí señor, para que fuera aprendiendo! ¿Se iba a reir de mi padre?
Fin
Esta historia me produce dos sentimientos: el primero, parece un abuso del señor mayor hacia el joven. Vamos, que se aprovechó de la broma para quedarse con parte del fruto de su trabajo.
El segundo, parece que Laureano tenía fama de burletero (5) y siempre se estaba riendo de los demás, como se dice por aquí: “dando quintadas” (6) y en ese aspecto parece que estuvo bien como corrección.

Saludos y hasta la próxima
___________________0O0_____________________
(1) Cereta.- Cesta de caña. La de nuestra historia es similar a la de la foto, con una sola asa.
(2) Según Enrique, de Aldea Blanca: el jabón Jirafa era azul, y se hacía una parte con tomates tiernos (¿?) Curioso.
(3) Desturronar.-Romper las pelotas de barro seco, que levanta el arado, para convertirlas en tierra. Definición del autor.
(3.1) Ver página: http://teror.es/cronica4.php, dice:
12 peones van detrás de la yunta desturronando
Crónicas de Teror, por José Luis Yánez Rodríguez, Cronista Oficial de la Villa de Teror. Publicado en el Programa de la Fiesta del Agua 2007
(4) Apretuñado.- Arrugado hasta la exageración de tanto apretar
(5) Burletero.- Burlón.
(6) Quintada.- Bromas que se daban a los quintos (reclutas). Por extensión: bromista
Quinto m. Joven que ha sido sorteado pero todavía no se ha incorporado al servicio militar o lo ha hecho recientemente: los quintos del pueblo organizaron una fiesta.
Quinta.- Reemplazo anual de soldados: mi hermano es de la quinta del 78. Quiere decir que nació 21 años antes, en 1957.
Conjunto de personas que nacieron en el mismo año: ese señor es de la quinta de mi padre.
Dedico esta historia a Enrique, cama 1190, deseando su pronta recuperación. ¡Vaya semana dura, compadre!

1 comentario:

  1. Así empezó Bolaños, primero la bicicleta, después la moto y más tarde el Morris Oxford.

    ResponderEliminar

Te agradezco la molestia. Pancho