Juan Andrés es hijo único de Pepito Gutiérrez, el de la tienda en San Bartolomé. De niño fue
un poco mimado, quizás por ser algo
enfermizo. Ahora es un galletón en época de “mosiar”, que es así como se dice cuando
se llega a la edad de buscar novia.
No les había contado que Juan Andrés monta a
caballo. Tiene un precioso caballo blanco
y cuando está subido en él “presume más
que un gato en un mondongo”. Dicen las malas lenguas que no
mira al camino, sino para la gente con la que se cruza para llenar su ego. ¡Por algo dicen que es un bobilín y un fachento!
Está enamorando a una muchacha que vive en Risco Blanco, a unos cinco kilómetros del
pueblo. Y ya “entra” en la casa, sinónimo de formalidad, de que la cosa va en serio.
Hoy es domingo y toca visita. Mi hombre va
vestido con su terno color crema, corbata y siendo tan joven –cosa rara-, va tocado con sombrero marrón. Perfumado con su Varón Dandy,
su brillantina en el pelo, zapatos de punta fina. En fin, ¡parece un caballero sobre
su linda montura! Llega a casa de sus ”futuros
suegros” y la novia le acompaña a meter el caballo en la cuadra.
Luego el cafecito sentaditos en el sofá,
a la vista de la señora madre. A medida
que va avanzando la tarde empieza a cambiar el tiempo. Cuando llegó había sol, serían las
seis de la tarde y ahora que son las ocho y media, el cielo
está encapotado, amenazando lluvia.
Juan Andrés se levanta y dice que se va a marchar antes de que el
tiempo se ponga peor. La “suegra” le
dice que espere un poquito.
- ¡Seguro que mejora!¡ Y así le preparo una sopita
que le va a venir bien para el camino!.
Está preparándose la sopa y empieza a llover
a mares. En un momento, el barranco va llenito de agua y así no va a poder
pasar.
-
¡Mire, Juan Andrés, esto se está poniendo peor! Lo
mejor será que se quede esta noche aquí, porque con este tiempo es una locura y
un peligro marcharse ahora!
Cuando van a servir la sopa, notan la
ausencia del joven, buscan por toda la casa y no le encuentran. Se asoman a la
cuadra y el caballo está allí, por tanto, el muchacho debe estar cerca.
-
¿Y dónde habrá ido este hombre?
-
Madre, igual sintió una necesidad y no se atrevió a decirlo y estará por ahí “aposado”
en algún solapón (1) para no mojarse! ¡Vamos a esperar a ver!
Pasa una hora, la sopa fría y el personal
nervioso, cuando se oye tocar a la puerta. Abren y entra el muchacho “ensopado”
chorreando agua y sin un triste paraguas.
-
¿Y dónde estaba, hombre que nos tenía asustadas? ¡Pensamos que le había
ocurrido algo!
Y Juan Andrés, cándido y tan tranquilo, dijo
-
¡Es que fui a mi casa a decirle a
mi madre que me iba a quedar aquí!
¿Les gustó? Sencillito, sí que es.
Saludos.m. Or. Visera o saledizo que se proyecta en las paredes de algunos riscos. Está constituido por las capas geológicas más resistentes a la erosión, que forman una gruta o concavidad. Las ovejas suelen acarrarse en los solapones y debajo de los árboles.
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Te agradezco la molestia. Pancho