Frente a la casa de Pancho, en Schamann, había un terreno que le servía a él y sus amigos como campo de fútbol. Siempre que íban a jugar un partido, primero se ponían a prepararlo. Echando piedras fuera del rectángulo, el campo quedaba limpito, limpito. Piénsese en un terreno de tierra cernido, y todo lo que queda fuera del rectángulo de juego lleno de piedras pequeñas y alguna grande para sentarse. Lo marcábamos con cal. Las rayas siempre “cambadas”, que al parecer viene de combadas, o sea curvadas o con forma de comba. Las porterías eran tablas de madera finas para los postes, clavadas dos o tres para que alcanzaran la medida en altura. El larguero era un poste largo de flor de pita. Se amarraba con hilos y alambres (se dice: "verguillas") y alguna tacha grande. Para que se mantuviera verticalmente se ponían otras tablas de madera clavadas a cada poste y muchas piedras en la base, para que permaneciera erguida. Las redes eran en verdad los restos de una red de pesca. Sabe Dios de donde vino y quien la trajo. El caso es que cuando íbamos a jugar, nos creíamos los mejores jugadores del mundo y que aquello era el Estadio Insular. El balón “ahuevado”, la mayor parte del tiempo desinflado o a medio inflar porque tenía el neumático picado, –nosotros le llamábamos el gomático-. Lo malo cuando en el juego alguien le daba un chutazo fuerte a la portería y se caía "en peso" al suelo. No había problema. Se paraba y se arreglaba como se pudiera y se seguía.
A veces cuando estábamos jugando venían los gandules a echarnos del campo para jugar ellos. ¿Saben lo que hacíamos los chiquillajes? Empezábamos a echar piedras al campo de nuevo y así no podían jugar. Cuando se marchaban, vuelta a empezar. Otra vez limpieza de campo.
Solo me falta describir el calzado de los futbolistas: descalcitos, como Dios nos trajo al mundo. Porque lo primero que hacíamos para jugar era quitarnos y guardar las alpargatas o los zapatos -quien los tenía- para que no se rompieran. Hoy todo son equipajes de marca, campos de césped, tobilleras, canilleras, medias, botas de no sé cuantos euros, etc, etc.
Y les digo una cosa: los futbolistas de hoy serán más fuertes, más completos, etc. etc. Pero de la clase que teníamos los de mi tiempo, yo he visto pocos. Germán –el maestro-, Tonono, Guedes, Correa, Vera Palmés, Susi, Carmelín, Pepe Juan (el de Escaleritas). Su técnica era y es, insuperable. ¿Saben que también Pancho fue futbolista? Jugó en el Barranco Guiniguada en el Luz y Progreso, de San Juan. También en el Sagrado Corazón, en la Piscina de la Isleta. En el Juvenil Las Palmas A y B; y en el Aficionado, Artesano, San Roque y otros…... Era zurdo, habilidoso pero no muy valiente. Dicho de otra manera, no le gustaba ir al choque. Jugaba más por divertirse, echar balones en medio de las piernas y decirle al adversario: Cómprate una sotana. ¡Qué tiempos aquellos! No teníamos medios, pero ¡como nos las apañábamos para no tener desconsuelos!.
He puesto una foto del año de 1980 del equipo de la Jiai, entre ellos está Pancho con su eterna barba.
Me imaginé allí y fuí feliz, aún nunca habiendo vivido esos tiempos y circunstancias. ¡Gracias por esto!
ResponderEliminarQue bonito! sólo te faltó el bocadillo de mantequilla y azúcar.
ResponderEliminarY el gofio, azúcar y aceite envuelto en papel de tienda?
ResponderEliminarPancho o mi-ri-af, esta foto no le va a su blog. Es mejor el color sepia
ResponderEliminarHOLA SOY NUEVO Y ME GUSTA ESTE BLOG ESPERO QUE NO SEA UN BLOG DICTATORIAL SIN PODER EXPRESAR MIS HUMILDES PENSAMIENTOS
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