Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Juanito, el de la tienda de Tejeda




La historia que les presento hoy se refiere a un personaje real, como la mayoría de los que traigo a esta página. Fallecido hace cerca de ocho años (dato actualizado en 2015), regentaba una tienda de ultramarinos en la calle Nueva de Tejeda, que en tiempos perteneció a su padre. De estatura normal, con su bigote, peinando hacia atrás su pelo canoso, vestía camisa de manga larga que se remangaba para trabajar en la tienda o para tocar a la guitarra el concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. Su nombre: Juanito Navarro. Hombre dotado de una gran simpatía y sentido del humor en una época -cuando ocurrieron estos relatos- en la que brillaba el ingenio y se permitía tratar cualquier asunto con socarronería y humor, siempre dentro de un respeto exquisito, tal y como se puede comprobar con las siguientes anécdotas:
Se quejaba Juanito en plan de broma ante su clientela del porqué a sus hermanos, todo el mundo les ponían por delante el don, y sin embargo a él, nadie lo trataba así. Hay que aclarar que tenía muchos hermanos, algunos de ellos ocupando una buena posición en la escala social. Decía:
-¡Mire, mi hermano Moisés, el de la Cooperativa, es don Moisés. Mi hermano Antonio, el militar, con su grado de capitán, es don Antonio. Mi otro hermano, José el médico, es don José. Y aquí todo el que entra en la tienda, sea chico o grande, sea gordo o flaco, sea viejo o sea nuevo, nadie me dice don Juan, lo único que oigo es: Juanito bombillo, Juanito pepino, Juanito, batata! Por eso, yo me pregunto, ¿Si somos hijos del mismo padre, porqué a mi me dicen Juanito batata y a mis hermanos, don, don y don?
O esta otra:
¡Voy a tener que ir al otorrinolaringólogo (1) porque últimamente confundo las palabras que oigo en la tienda, por oírlas repetidamente, con las que escucho en otros lugares. El otro día, en la misa de doce, al empezar la eucaristía, me fuí acercando -como otros muchos hombres- pá la puerta de la iglesia; “para ir saliendo” como decimos nosotros. Y fué entonces, cuando allá a lo lejos, en vez de oír las palabras que el sacerdote, de forma repetitiva, entona repartiendo la comunión: “Cuerpo de Cristo, Cuerpo de Cristo, Cuerpo de Cristo…” creerá que me parecía escuchar : “Kruger (2) con filtro, Kruger con filtro, Kruger con filtro”..! ¡De verdad tengo que ir al médico!


Quisiera que estas notas fueran un modesto y respetuoso homenaje a la memoria de don Juan Navarro (Juanito), persona que contaba entre sus virtudes con un gran sentido del humor que unido a su simpatía y socarronería nos dejaron el recuerdo de un personaje representativo de nuestro hombre del campo canario.


(1) Juanito era uno de los pocas personas que, en aquel tiempo, conocía lo que significaba tal palabro.
(2)Para quien no conozca la palabra, Kruger es una marca de cigarrillos, muy conocida en Canarias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El artículo me parece una incitación al vicio de fumar.

pancho dijo...

Artículo mío: No te hicieron caso. No hay quien te escriba para que te pongas contento. Debe estar el personal celbrando las Pascuas ya.