Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Obras en el Doctoral

Como ustedes saben, Pancho estuvo un tiempito de concejal. En esa época había falta de todo, ni existía saneamiento –cada casa tenía su pozo negro- , tampoco había parques, ni jardines, escaso alumbrado público, había muchas infraviviendas –cuarterías, sobre todo- y solo había tres o cuatro carreteras asfarcadas, -que todavía hay gente que le dice asi al asfaltado-. Me estoy refiriendo a los primeros años de democracia municipal, en concreto a mediados de la década de los pasados años 80. En el escuálido plan de obras municipal tocaba asfaltar la zona de Doctoral, en el municipio de Santa Lucía.

Se iba a pasar de tener veredas de piso polvoriento a calles asfaltadas con su alumbrado público, aceras y saneamiento –para quien no sepa, las cloacas-.

Para ello, se hizo una campaña informativa municipal animando al personal a conectar al saneamiento. Se utilizaron carteles, reuniones en las asociaciones de vecinos e incluso un coche con altavoz que iba recitando por las tardes el siguiente aviso:

Se van a asfaltar las calles. Deben contactar con el Ayuntamiento para conectarse al saneamiento. Se puede pagar la conexión hasta en plazos de quinientas pesetas. Una vez asfaltada la calle no se podrá conectar hasta pasados diez años, porque después no se va a romper la calle para conectar un solo vecino.

Primera parte. En estas estamos y las calles están preparadas para terminar la obra. Se han cubierto las tuberías, rellenado el piso con broza, compactado con la máquina china y cuenta con una capa fina de betún asfáltico pues mañana se terminan los trabajos con el pavimentado final. El domingo habrá la fiesta de inauguración de las calles.

Once de la mañana. Al ayuntamiento llega un vecino con la intención de que le den permiso para conectarse al saneamiento. En la Oficina Técnica (OT) le dicen que no. Que ya es tarde y ha tenido seis meses para hacerlo. De todas formas, que vaya a hablar con el alcalde. Este le dice que no puede ser. Pero que lo intente con el Teniente de Alcalde a ver que se puede hacer. Este le contesta que imposible que ha venido muy tarde y ahora tiene que esperar hasta que haya otro presupuesto. El vecino, alicaído, vuelve a la OT y pregunta por el aparejador. Le cuenta lo que ha hablado con los políticos y el técnico le ofrece una posibilidad:

-Vete a casa de Germán Medina, el de la ferretería y te compras una lata de betún asfáltico (piche le dices tú). Esta noche, al oscuro, abres una zanjita, metes un tubo y lo conectas a la tubería gorda, lo coges con mezcla y lo metes dentro de tu casa. Cuando termines, rellenas la zanja, nivelas la tierra y le echas por encima un poco de betún de la lata. Que parezca que allí no ha pasado nada. Ya mañana de puertas adentro, arreglas lo que falte.

Dicho y hecho. El hombre sigue los consejos al pie de la letra y termina su obra externa. Al día siguiente, las máquinas terminan el trabajo y la calle queda nuevita de estreno y la tubería puesta por debajo.

Segunda parte de la historia. Llega Septiembre, mes de la zafra del tomate. De repente, en la casa de nuestro vecino empieza salir agua de los baños, con tal violencia que los muebles salen flotando para la calle. Llegan los bomberos de Maspalomas y al final se corta el agua que entraba en la casa.

¿Quieren saber que pasó?

Nuestro vecino, con las prisas conectó su tubería a la de los Betancores que lleva el agua agrícola desde la Orilla de Sardina hasta el estanque de Casa Santa.

Quiero contarles el fin de la historia. El técnico municipal –asesor de la obra clandestina- le preparó al vecino la reclamación ante la compañía constructora – de las importantes- que respondió ante el informe del técnico municipal, reconociendo su error debido a una mala práctica, pagando los daños al reclamante que representó una buena cantidad de dinero.

Vaya mi mejor recuerdo para el técnico citado del que no quiero mencionar su nombre. Ahora bien ¿Cuántos de nosotros al leerlo sabemos de quien se está hablando?. Desde esas fechas hasta hoy al técnico en cuestión le llega desde El Doctoral todos los años un saquito de papas. ¿Le llamaría usted a este caso corrupción o se trata de un caso típico de las labores que tiene que realizar un aparejador? ¿O quizás debí decir-: un trabajador social del municipio?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"pozo negro"

Definición, según el D.R.A.E. de la luenga, en versión de mastro Pancho y el Otro, que tampoco es flojo: Dicese del lugar donde fueron a parar los 20€

pancho dijo...

El Pozo de la Salud está en el Hierro, Sr. JARJ

Anónimo dijo...

¡¡A carajo!!... se están preparando un viaje a la del meridiano. Apañado estamos caballeros y caballeras.
P.D. Será en barco, y sé porque lo digo...
a ver: 2 billetes idivuelta, mas hoteles, restauranes y botellines (de fonda y pensión, de eso nada).
Mis 20€ de mi alma.

Anónimo dijo...

Como funcionario del Ayuntamiento de Santa Lucía le felicito por la forma respetuosa de contar la anécdota. Especialmente por la comparación entre técnico y trabajador social. ¿Donde acaba una labor para seguir con la otra? Y es que en el fondo, todos hacemos ambas funciones al atender al público. También felicito al bloguero del que me consta su dedicación a los demás. Así lo demostró cuando había que hacerlo, en tiempos mucho más difíciles que los de ahora. Especialmente en los años 96,97 y 98. Un sindicalista

Anónimo dijo...

Sindicalista?

Anónimo dijo...

No sabia que los sindicalistas tenian tiempo para leer estas páginas, pensaba que estaban todo el dia trabajando.........

Anónimo dijo...

No entren en sarcasmo y disfruten de este narrador! Felicidades ! Los hermanos Albarez Quintero disfrutarían con ello . Mbb.