Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Autógrafo perdido

Viendo fotografías en Internet, Pancho se encontró con ésta que les muestra y que le trajo  a la memoria una historia ocurrida alrededor del año 1968. En esa época,  estudiaba inglés y aparte de las clases con profesores/as nativos en la British School, “ampliaba sus estudios”  saliendo por las noches a encontrar turistas, preferentemente femeninas que le ayudaran en tan loable tarea. Pues bien, esa noche se encontraba ya de madrugada en la discoteca del Hotel Astoria, y no debió encontrar profesora  porque  salía corriendo escaleras arriba en busca del reparador sueño. En esa época a diferencia de la de hoy, había donde  ir a trabajar por la mañana.
La discoteca/sala de fiestas estaba situada en la planta sótano del hotel  y Pancho subía a zancadas para llegar al salón de entrada –donde estaba la recepción-  y salir a la calle. Por otro lado y bajando la escalera para llegar a la misma planta  lo hacía un señor “empaquetado” –que quiere decir en mi tierra, bien trajeado- .  Al oír  que alguien corría detrás, se dio la vuelta y me preguntó:
-¿Cuál es  su nombre?
Me quedé sorprendido. Era Antonio Machín, el célebre cantante de boleros, quien con una estampa-foto  en la mano, pensó que le pedía un autógrafo.
Sobre la marcha se lo di y me  regaló la postal donde escribió esta  frase:
A mi amigo Pancho, con afecto.  
Me quedé contento con el regalo y hablamos un poquito. Tenía acento cubano  muy dulce y cadencioso. Hoy recuerdo con añoranza sus canciones: «El Manisero», «Dos Gardenias», «Angelitos negros», etc.   Nacido  en Cuba en 1903,  falleció en Sevilla en 1977.
Sigamos con la historia.  Mi padre, para contribuir a mi independencia,  me hizo en la azotea un cuarto de baño y una habitación espaciosa para que tuviera mis cosas ordenadas y también – lo pienso ahora- para que mis amigos no estuvieran siempre sentados en el salón de mi casa. Por esa época, yo guardaba mis pequeños tesoros en una caja grande de madera  cerrada con un candado. Allí tenía entre otras cosas, conchas de caracolas, libros y revistas de contenido ideológico –prohibidas por aquel entonces- , así como sellos, monedas extranjeras  y alguna otra cosa que quería mantener  fuera de la vista y control directo de mi madre. A esa caja incorporé mi autógrafo de Antonio Machín.
Y miren que triste fin. Un día llegué a mi casa y estaban los bomberos apagando un incendio en la azotea. Todas mis pertenencias, entre ellas la estampita-autógrafo firmada  se perdió para siempre.  Bastantes veces he lamentado su pérdida y hoy al ver la imagen la recordé…….
Saludos  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, Panchito! Donde estaba metido, caballero?. Ahora con la moto ¿no?. Me alegro de saludarle

Anónimo dijo...

Ahora a las revistas de "dos rombos" le llaman de contenido ideológico, increible, aunque supongo que habría hueco para algun best seller de Ho Chi Min. Lo que me intriga son las causas del incendio en la azotea......