Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Dorita, señora singular

Misal romano antiguo

 Dorita, persona piadosa, inculta, poseedora de buen patrimonio y con disposición de bastante dinero en efectivo ¡la ricachona, vamos!, va a ir a misa.

En el tiempo de ocurrida esta historia, -in illo tempore, se decía en latín-, todas las mujeres llevaban al oficio religioso un librito llamado misal (1) Ver foto más arriba. Y un velo cubriendo su cabeza.

Dicho misal venía escrito en latín y las señoras acompañaban la misa leyendo para sí lo que allí estaba.

Dorita lo había prestado -muy a su pesar- a una vecina y aprovechó para pasar por la casa y recogerlo. Con él en la mano entró en la iglesia, se arrodilló y empezó a balbucear palabras en latín (o parecido). La señora que estaba a su lado se dió cuenta que tenía el libro al revés. O sea, lo de arriba "pa" bajo. 
Y discretamente se acercó a su oído hacíéndole constar el error. 

Ella para no quedar mal ante la parroquia y disimular su analfabetismo, muy diligentemente, exclamó:


¡Jesús, Jesús (y girando el libro, 180 grados, sentenció!:

¡Esto es lo que pasa por los "empréstamos"!

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Y segunda historia de la virtuosa Dorita:


Un día fue a comprar unos yogures al carrillo que diariamente pasaba por la

puerta de su casa.
Hizo la compra, pagó, se despidió y, escuchen el comentario del pequeño comerciante al siguiente cliente:
¡Fuerte burra la Dorita esta, a los YOYURES, le dice BOYURES.



Fin de la historia.
Mi agradecimiento a GDM