Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Nino, el de Moya


Nuestro personaje fue muy popular en la Villa de Moya, donde vivió. Falleció a finales del siglo pasado. A veces se ponía en su pueblo a dirigir el tráfico en medio de la calle y cuando alguien le decía alguna broma le soltaba un golpe con el puño en el techo del coche, abollándoselo. También hacía una mueca, como que se ponía nervioso con lo que le estaban diciendo y hacía como que se mordía la mano. Este era su gesto característico. Pues bien, la historia de hoy es esta:

Un día le apeteció a Nino darse una vuelta por Las Palmas. A primera hora de la mañana se subió en el coche de hora y a eso de las doce del día ya estaba mi hombre cansado de caminar. Sentado en un banco de la calle de Triana, levantó la cabeza y vió a un taxi. Corrió, le hizo señas, paró, se subió en la parte de atrás y le dijo al taxista:

-¡A Moya!.

Me parece ver al taxista mirando por el espejo retrovisor con el rabillo del ojo pensando:

- ¡A este le cobro yo cuatro mil pesetas por el viaje!.

* Para los que siempre están diciendo que la peseta no existe, les digo: ¡ Buéeno, vale, hoy serían 24 euros!. Pero tengan en cuenta que el euro se puso en circulación en Junio de2002, mucho después de la fecha del relato.

Sigamos con la historia. Un poco después, otra mirada por el espejo escudriñando la categoría del pasajero y pensó:

-¡Yo creo que con 3000 pesetas está bien. No se puede abusar!

Ya subiendo el Pagador, vuelve a pensar para sí, - para sus adentros- que diría Pepe María:

- ¡Hombre, yo creo que con 2500 está bien. Además parece un trabajador. Nada. Le pido 2500!.

Entrando al pueblo de Moya, Nino le dice al taxista:

-Pare por áhi. (Dijo por ái, no por ahí)

El taxista para junto a un callejón estrecho y en bajada. Nino se apea del coche, se acerca a la ventana derecha del taxista y le dice con gesto ambiguo y solemnemente:

- Los bobos no pagan.

Y acto seguido sale disparado como una bala trasponiendo por el callejón.

Se pueden imaginar la cara del taxista, viendo las risas de los vecinos que estaban mirando. Pensaría:

-¡Si me bajo igual me roban el coche. Y si corro igual no lo alcanzo. Siempre he oído decir que todos los días sale un bobo a la calle y hoy me tocó a mí.

Esto fue todo lo que acertó a decir:

¡Me cago en la madre que te parió, cabrón!.

Y con las orejas caídas, arrancó pá Las Palmas.

¡Ya hoy te hiciste el día, Manué. Fuerte meleguino estás hecho. Y tu que le ibas a cobrar 4000 pesetas!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó, tengo que contarte anécdotas de Moya que mi padre y mi abuela me contaban para que las inmortalices.........gracias por conservar la memoria de muchos.

Anónimo dijo...

Muy bueno. Da gusto leerlo y además estás tocando varios pueblos, con lo que mantiene el interés, así nos toca un poquito a todos. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Para pesetas los de Terde trincando en el aeropuerto

Anónimo dijo...

Conocí tanto a Nino como a Silvestre, y los trata usted con bastante cariño. Leyendo las otras historias veo que hace lo mismo con todos los personajes. Cuanta falta hace gente así, de la buena, buena.
Madera antigua: tea, no pinsapo.
Le agradezco que me los haya recordado. Lo hemos pasado bien comentando su blog con la familia. Un saludo desde la cumbre de Gran Canaria.

Anónimo dijo...

¿Que pasa con el bló?

Anónimo dijo...

Bueno el cuento. Se podía evitar el taco final, por ejemplo con la frase:
La madre que te trajo, padrón.
¡Pancho, que esta página la leen los niños, hombre¡