Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

El paquete de picadura


Pancho nació y vivió su primera infancia en Tenoya, en Las Palmas de Gran Canaria, a mediados del siglo XX. Era un chico moreno, vivaracho, despierto al que le gustó estar siempre con su abuelo Antoñito Francisco quien le gastaba sus grandes “quintadas”. Pero eso, al fin y al cabo fue bueno para él, pues le fue modelando el carácter. Aquí va una anécdota de la socarronería del abuelo:
En la bajada desde la carretera general al pueblo de Tenoya, había y hay una casa cuyos propietarios eran de apellido Torón. Frente a esa casa y hacia la derecha, sale un camino que va al Almatriche, donde estaba la finca del abuelo. Allí en el cruce de caminos, había una piedra grande donde se sentaba el abuelo con sus amigos a conversar. Una de las veces que Pancho se acercó por allí, le dijo el abuelo:
           
- Panchillo, vete a casa de Pepito, el carero (1) y me traes un paquete de picadura. Mira, voy a poner una marca de saliva aquí en la piedra, si vienes antes de que se seque, te doy un perrillo (2).
Pancho salió como un loco –antes se decía “las patas le llegaban al culo”- para llegar a la tienda que estaba aproximadamente a un kilómetro de allí. Compró “fiado” la picadura: Apúnteselo a mi abuelo. Y partió a correr de vuelta. Desagallado, llegó a la piedra para ver la marca de la saliva. ¡Estaba seca!. Y fue entonces cuando habló el abuelo:
- ¡Ya coooño, Panchillo! ¡Se secó! Pero, porqué poquito perdites el perrillo. la próxima vez lo consigues.
Y no le dió moneda alguna. Lo que le fastidió a Pancho fueron las risitas de los amigos de su abuelo. Buscando como cobrárselas, solo llegó a decir llorando:
- Yo me voy pá mi casa y a mí no me mandes más, porque no voy.
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1.- Propietario de la tienda de comestibles.
2.- Moneda de 5 céntimos de peseta, llamada también “perra chica”.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿De Tenoya? ¿No eres de Tirajana? ¿O de la Isleta?

Anónimo dijo...

Pancho (o don Francisco) estoy notando que tus historias se van acercando cada vez más a la edad infantil. ¿Regresión?. O es que te falta cariño. Una amiga del colegio.

miguel dijo...

Tocayo: Pensé que te habías cansado de escribir. Me alegra que continúes. Corre que se te seca la saliva. Un abrazo...

Anónimo dijo...

La perra chica se llama Salida. Lo sabias?

Anónimo dijo...

Carero no es el propietario de una tienda de comestibles, es todo aquel dueño, o expededor de un establecimiento comercial que vende las mercancias con márgenes abusivos explotando la necesidad del comprador y la poca disponibilidad para desplazarse de estos. Por ejemplo los cabrones de los aeropuertos y sus sandwiches.

CarmenTalbo dijo...

Mbb

CarmenTalbo dijo...

Mbb.