Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

la máquina de "solfatar"


Cuando llegaron las primeras máquinas de "solfatar", Mastro Juan, el zapatero, el del Palmar de Teror compró una. Metálica, de latón y bronce, de esas de 16 litros, mientras estuvo nueva brillaba que daba gusto.
Como diría con sorna el historiador, la llegada de la máquina fue un importante avance en las tareas agrícolas de la comunidad. El problema se planteó cuando todos los vecinos se la pedían prestada. Los menos se la devolvían limpia y en buen estado, los más eran poco cuidadosos con lo ajeno. A los dos meses parecía un cacharro viejo.
Mastro Juan se iba "calentando" más y más conforme se la pedían. Les decía:
-Señooores, cómprense una máquinita que me la están rompieeendo.
Isidrito era uno de los que entre bromas, decía:
- ¡Teniéndola tu, la tenemos todos, Juan!. ¡Tu no eres malo!
Un buen día Isidrito mandó a su hijo a pedirle prestada la máquina y...
- Mastro Juan, dice mi padre que si le presta la máquina de solfatar.
- Le dice Vd. a su padre que la máquina no se presta más a nadie. Que el otro día la dejé y me la trajeron con el pitorro "tupío". Juan, el mío, la llevó a arreglar y ahora no se presta. ¿Vale?.
Isidrito se tuvo que fastidiar y "solfatar" con una escoba de albeo. ¡Para que se hagan una idea, como el cura cuando en la procesión tira el agua bendita con el hisopo! Así mismo.
Un mes más tarde, Mastro Juan vió pasar por delante de la puerta de la zapatería al chiquillo de Isidrito que se llamaba como su padre:
-¿Vas pa tu casa, Isidrillo? ¡Díle a tu padre que me deje el macho que tengo la cabra "descompuesta" y me lo traes tu mismo! ¡Corre que te doy una peseta por el favor!
El chiquillo corrió a la casa privado. Se iba a ganar una peseta nada más por llevar el macho. Se lo pidió a su padre y esta fué su respuesta:
- Vaya Vd. a la zapatería y le dice a Mastro Juan que el pitorro del macho mío lo quiero pá solfatar las papas. ¡Mucho estaba tardando el caballero en pedir el favor! ¡ Donde las dan, las toman!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Coño, Pancho. Tenía a medio leer la asolfatadora. Cuando volví, ya había otra historia y un dibujo de un "ronero", de Alberto. Muy observador Alberto, mo falta un detalle.Como estás chico? No paras¡

Anónimo dijo...

solfatar, no es estudiar música?
Tanta finura.

Anónimo dijo...

La historia es al revés, fue mastro juan quien le pidio la maquina a isidro

Anónimo dijo...

Limpiaba la maquina, vd la vio, donde la tenian en un tejado de la plaza de Santa Ana.... algún dia le explicare el mecanismo combinado de la sulfatadora a mano para que lo entienda. Eso si cuantos enterraditos por sulfatar sin protección... despues el cancer lo trajeron los americanos cuando fueron a la luna