Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Roque, el del Sitio Bajo


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Hace pocos días, Pancho mantenía animada conversación con su amigo Juan Mederos –algún día escribirá algo sobre esta persona ejemplar- . En medio de la misma se usó una frase que nunca había oído: “Que se joa, mamá Loló”. Le pareció a Pancho que había dicho algo sobre el mal olor y preguntó:
-¿Qué dijiste, Juan, que no te entendí?
-¡Esta es una frase muy antigua que en mi casa se sigue empleando. Me la contó mi tío Mirito cuando era niño. Como te gustan estas cosas, la voy a contar y si te parece la pones con esas historias tuyas de internet!.

Vaya si me gustó. No queriendo ser egoísta, la comparto con ustedes:

En el Sitio Bajo, lugar situado bajo el macizo de Amurga y sobre la presa de La Sorrueda, en la parte de San Bartolomé de Tirajana, vivía un joven llamado Roque. Era un chico “cortito”, dicho con mucho cariño, con un bajo coeficiente intelectual. Siempre se movió en un territorio muy pequeño del que apenas salió un par de veces para ir a San Bartolomé al médico. Saben que en aquellos tiempos, a estos niños se les escondía y decían que era “para no pasar vergüenza”. Hoy, hemos avanzado mucho –ventajas de la democracia- y están perfectamente visibles e integrados en la sociedad, algunos llegan, como el resto de los jóvenes al más alto nivel en sus estudios.

Seguimos.
Uno de los pocos vecinos del Sitio, una veintena en total, se llamaba José Teodomiro, conocido por Mirito, hombre que sentía aprecio y empatía con Roque.
Un día caminando en dirección al barranco oyó a nuestro personaje cantando a voz en grito. Le extrañó, pues hacía apenas dos días había fallecido su madre, Dolores, a la que llamaba, mamá Loló.
Cuando Roque advirtió la presencia de Mirito dejó de cantar. Poniéndose en situación, bajó el ala del sombrero en clara seña de que estaba disgustado y esperó con cara de tristeza.

Mirito le saludó, haciendo que no se había dado cuenta:
-¿Cómo estás, Roquito?
-¡Mamá Loló, se fue pa Tunte!
Estas palabras quisieron decir exactamente: Mi madre se murió y está enterrada en Tunte (San Bartolomé).
-¡No te preocupes hombre que allá arriba está bien!
Se refería al cielo, el Tunte de Roque.
Mirito siguió su camino, dejando atrás a un joven triste, con lágrimas en los ojos.
Cuando se encontraba alejado a unos cincuenta metros de distancia, de repente, el muchacho rompió a cantar como un desesperado.
Mirito, volviendo sobre sus pasos se llegó hasta Roquito, diciéndole:
-¡Coño, se muere tu madre y te pones a cantar!
La respuesta fue la siguiente:
-¡Que se joa, mamá Loló!

Sinónimo de: “el muerto al hoyo, el vivo al bollo”.
En sus entendederas, Roque se había expresado con rotundidad:
Ya que no puedo hacer nada, voy a cantar para olvidar.
Un saludo.

4 comentarios:

Moisés Morán dijo...

Muy buena historia, y sobre todo original, ese "mamá loló".

Anónimo dijo...

bonita historia!!
Feliz año Pancho!!!!!
Rayco

FELICIDADES YANIRA dijo...

toda una historia llena de ternura y cultura popular. felicidades por tan linda historia y muchas gracias por compartirla. saludos

pancho dijo...

El comentario es mío: Juan Mederos Sánchez, mi informante de esta historia, falleció el 14 de Diciembre de 2014. Fue mi amigo y nos teníamos afecto. Un gran hombre que se marchó. ¡Es la vida!