Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Día de excursión


Ayer Pancho fue con su pareja de excursión. Había quedado con ella a las nueve de la mañana. Como siempre ocurre, tuvo que esperar 40 minutos más, para que saliera de la casa. Seguro que se estaría probando una y otra prenda a ver como quedaba más guapa.
Habíamos quedado en ir a la cumbre a coger piñas de pino que, una vez pintadas de distintos colores, adornarían el árbol de Navidad. Paramos en Ayacata, para saludar a un amigo común: Juan Castro. Desde allí seguimos hasta la entrada del Roque Nublo. Aparcamos y provistos de las correspondientes botellitas de agua, empezamos la subida. Mi muchacha, muy interesada con la naturaleza, preguntaba el nombre de diferentes plantas : salvia blanca, jaras, etc. Al llegar a la altura del Fraile, paramos . Ella trepó hacia la cueva del alto y cuando bajó, una persona que pasó les tiró una foto. La mente de Pancho echó a volar recordando una situación similar – o un sueño- que le gustó recordar…. Pero esta vez no había botones de oro, una bella planta de flor amarilla que parece plástica.
Ya un poco cansados -¿porqué no decir extenuados?- llegamos a la llanura del Roque Nublo. Allí estaba, radiante, majestuoso, junto a su Rana. El día precioso, con el cielo totalmente azul y ese fresco característico que enfría la cara. Mi pareja dijo:
-¡Bueno, ya lo vimos, vámonos ya!
Le contesté :
-¡Si tu llegas hasta aquí y no tocas el Roque Nublo, te caerá la maldición del guanche!
- ¿Qué maldición?
-¡No se puede decir, porque si no, me cae a mí!
Seguimos caminando, nos hicimos muchísimas fotos, buscando encuadrar el Roque Nublo como si lo tuviéramos entre las manos, tal como se muestra. Caminamos hasta el Roque, lo tocamos y nos sentamos delante de él un buen rato admirando el paisaje, mientras ella tiraba fotografías. Al marcharnos, se alegró al descubrir el Teide sobre el mar de nubes en la lejanía.
La bajada estuvo ocupada con temas ecológicos, sobre cómo debemos cuidar de la naturaleza. Hizo una foto a un bejeque en flor que también les muestro.
La vuelta la hicimos por La Pasadilla y Pancho contaba el susto que pasó una vez cuando se quedó sin frenos en esa carretera. Que después paró en Ingenio para comprobar la avería y Lamariya no quiso ponerse en marcha. Que tuvo que llamar a Carlos, el padre de ella, para que resolviera el problema.
Pues, ya ven que sin querer se descubrió quien era mi chica. Es mi nieta: Paola, la más guapa, la que me tiene aburrido con su saxofón soprano.
El viaje terminó al llegar a casa, salió del coche corriendo y gritando:
-¡Fuimos al Roque Nublo y lo toqué para que no me maldijera el guanche!
-¿Qué guanche?
A lo que contestó:
-¡No sé, pero tampoco se puede decir! ¿verdad, abuelo?


P.D.:
Sé que le acaba de nacer un nietito a mi amigo A. Alba. En primer lugar las felicidades de rigor para sus padres y familia. Esta historia pretende mentalizarle que ya no es lo mismo. Que vaya preparándose para sacar a los nietos de excursión . ¡Ay, su babita!

¡Adiós, José María!


Las últimas dos entregas de este blog han girado en torno a un personaje central, José María Alvarez Betancor, compañero de profesión durante al menos 34 años.
Lamentablemente, ayer me llegó la triste noticia de su fallecimiento. Muchas veces le he citado, poniendo a continuación del nombre, una frase: “para mi, para mis adentros” que utilizaba simpáticamente en su conversación conmigo.
Ayer, cuando fui al duelo, me despedí de él con una frase escrita en el libro que se expone en la sala del tanatorio.
Dice así: ¡Cuantas veces me alegraste la vida con tu socarronería! ¡Adiós, compañero!
Seguro que con el paso del tiempo les haré llegar alguna de sus anécdotas. Hoy solo quiero comunicar su fallecimiento.
La fotografía la he tomado de la red y fue realizada por José L. Pérez González, también compañero.
El entierro será esta tarde a las 16:30 desde el tanatorio de Las Rubiesas , en el Cruce de Melenara, Telde, hasta la Basílica de San Juan y desde allí al cementerio de San Gregorio.
Mi más sentido pésame a su familia.

La verbena de San Simón

Anoten para el año que viene. No pueden faltar a la verbena de San Simón, en el pueblo de Sabinosa del municipio de Frontera, en la isla canaria del Hierro. Se celebró este año el viernes, 29 de Octubre en la coqueta sociedad del lugar, denominada "La Simpática", y constituida según reza en la placa en piedra de la puerta, el 25 de Mayo de 1924.
Subes al salón de la planta alta: bar a la mano derecha, repleto de consumidores. A la izquierda, la zona de baile, llena de personas, con el escenario al fondo. Sobre él, cuatro tocadores de más de 60 años -dos guitarras y dos laúdes-.

Entre ellos Uli, un alemán ejemplo de integración que por la noche tocó la guitarra y por la mañana el pito herreño, en la procesión, con su vestimenta típica herreña tocado con el gorro de plumas blancas que corresponde a Sabinosa. Además de otro guitarrista que aparece en la foto y del que no dispongo datos están: Siso -la estrella del cuarteto- y Cipriano, ambos de bastantes más años, ¿76?




De repente, arranca la música y te encuentras en una verbena campesina de los años 50/60 del siglo pasado. Interpretan canciones de otros tiempos y algunas antiquísimas, muy anteriores. Una delicia. El salón de bote en bote, lleno de parejas de todas las edades: padres, hijos, nietos, abuelos pidiendo a los músicos que tocaran:"El limonero", "Las chicas de mi pueblo" o "La Berlina", canciones estrellas de la velada, mientras el piso de madera de la sociedad amenaza con caerse abajo.
En las primeras filas, junto a los tocadores, están los fans. Son compañeros de los músicos -de bastante edad todos ellos- que corean gesticulando cada una de las canciones.
El baile empezó pasadas las 10 de la noche. Terminó a las 2 y media de la madrugada y, a continuación, se siguió con la serenata por todo el pueblo. Los tocadores y su comitiva entraban casa a casa, interpretaban canciones, brindaban y recogían comida que iban colgando de un palo que llevan a cuestas: morenas -pescado-, morcillas, chorizos, etc. . Al terminar asadero y comida en la plaza del pueblo. Este año la fiesta terminó a las 8 y media. A la hora del mediodía en la procesión, Pancho estaba con Cipriano, el músico de la noche en la pequeña plaza de la subida. Por cierto, tiene unas dimensiones aproximadas de treinta metros de superficie –pequeñita-y tiene una placa que reza así:
La Principal Plaza de Sabinosa (vean foto).

Le pregunto a Cipriano, al que llaman Pano, si estaba cansado de la noche. Su respuesta
-¡Esto es una vez al año. La pena es que si la juventud no se incorpora se acaba aquí y y una cosa tan bonita acaba perdiéndose!.

¡Gente de Sabinosa, hay que ponerse a la labor!. ¡Sé que son celosos de sus tradiciones! ¡Tienen ustedes algo que ya no queda y de lo que pueden sentirse orgullosos! No lo permitan. ¡Hay que incorporar gente joven como sea! Fue un rato memorable.