Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

La Aceituna, también.


Paquito González está  arando allá arriba en Ariñez con su “yuntita” de vacas, -de nombres Blanca y Aceituna- al peso del mediodía. Pasan unos muchachos de ciudad en su cochito nuevo y al ver la estampa, dicen
-          ¡Vamos a sentarnos un ratito ahí a la orilla de la carretera y le tomamos el pelo al mago ese!
Dicho y hecho. Ya están los jóvenes sentados y Panchito que viene virando el surco a su altura.
-          ¡Maestro, buenos días: Una preguntita, si me lo permite!
Paquito para, clava el aguijón en la tierra, saca su pañuelo, se seca la frente y  exclama pausadamente
-          ¡Diga, hombre, si se le puede atender, aquí estamos!

-          Esas vacas ¿son del país?
Responde Paquito con tranquilidad
-          ¡La Blanca, sí!

-          ¿Y la otra?

-          ¿La Aceituna? ¡La Aceituna, también!
Los dos se quedan pensando: ¡Este hombre es “atrasao”!  Y cuando vuelve a pasar por delante de ellos el agricultor-ganadero, repregunta el otro joven
-          Mire señor ¿Y dan mucha leche esas vacas?
A lo que contesta Paquito, con cara de querer  enseñar
       -          ¡La blanca, sí!

-          ¿Y la otra?

-          ¿La Aceituna? ¡La Aceituna, también!

El otro  jovenzuelo le dice a su compañero
        -     ¡Coño, que bien te jodió el maúro! ¡Y parecía bobo!
 Con ganas de “recuperarse” vuelve a la carga y a la siguiente vuelta, cuando se acercó de nuevo la yunta a ellos, volvió a la carga
       -          Perdone, señor. ¿Porqué cuando le preguntamos  usted contesta que la blanca sí y la otra también? ¡Nos está tomando el pelo, señor!
       -          No.  Es porque  la blanca es mía.

-          ¿Y la otra?

-          ¿La Aceituna? ¡La Aceituna, también!

Arrancaron cabreados y con el color un poco subido. Ya de lejos, oyen a Paquito que hablaba con sus vacas:

¡Los viste, Blanquita: Otros dos bobos de Las Palmas!

Y yo me digo: ¡Cómo ha cambiado el panorama, antes los magos eran motivo de chistes y risas. ¿Y ahora?

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Aclaración innecesaria, creo yo, pero como soy así, la hago.
Aquí en las islas, a  los campesinos los "urbanitas" les llaman magos, maúros, gente bruta, etc. Y por eso, tienden a reírse de ellos. Acaban de ver la muestra. ¡No se deben permitir esos abusos, jajaja!

Saludos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajajaja
muy buena historia!!, será porque yo también me considero un mago de jesos!! Jajaja
R.C.T.