Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Escopeta burletera



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Me comentaron ayer memorias de Antoñito “Cupeta”. Hombre cuya única ocupación era dar quintadas. De la mañana a la noche, como buen burletero siempre pensando en reírse de la gente. Aquí van dos muestras, contadas por su nieto:

Vivió cerca de la Cruz Grande, al lado de La Plata, y hasta allí –tierra de conejos- se llegaban los cazadores los jueves y domingos. Nunca le gustó esa locura de gente alrededor de su casa dando tiros con las escopetas (cupeta, decía él). Y ya se descubrió el origen del nombrete, dichete, sobrenombre, alias, etc.. de mi personaje. Nada más verlos, salió al encuentro, diciendo

-¡Amigos, aquí debajo de mi casa hay una morada! ¡Vengan pacá y les digo donde es!

Inmediatamente los cazadores, le siguieron y en el lugar señalado echaron el hurón y pusieron las redes. ¿Cómo no iban a fiarse de un hombre de más de setenta años?

Termino la historia diciéndoles que a los cazadores terminaron “ a sol puesto” y durante todo el tiempo estaba el señor mayor asomado arriba, en su casa, interesado en la cacería. Al marcharse, molestos por haber perdido el día, Antoñito les despidió, socarrón, con un

¡Qué raro, hoy mismito he visto entrar más de tres conejos!¡Será que el hurón no es muy bueno!

Una vez que se perdieron de vista, le hizo este comentario al nieto

-¡Antoñillo, te digo que estos ya no vuelven más por aquí!


La otra anécdota es ésta


Estando un día sentado a la sombra, a la orilla de la carretera. Serían las cuatro de la tarde, cuando pasó su vecino Francisco, conocido por “el del barranco”. Este fue el diálogo

-¡Buenas tardes, Francisco! ¡A dónde vas con tanta prisa!

-¡Al barranco, a echarle de comer a las vacas, Antoñito! ¡Así que… sigo mi camino!

-¡Espérate y te echas un pisco de café, hombre!

-No, no que se me hace tarde!

Antoñito llamó a su mujer gritando

-¡Susana, tráete un buchito de café Francisco y otro mí! ¡ No tardes mucho que tiene prisa!

-¡Coño, Antoñito, usted siempre me compromete!¡ Que se me va a hacer tarde, hombre!

-¡No se que prisa tienes siempre, si te vas a morir igual!

Un cuarto de hora para traer el café, otro cuarto para bebérselo. Susanita que también metía hebra. Y Antoñito parándolo para que no se fuera. Termino, diciendo que se hizo oscuro. Francisco cabreado, dijo gesticulando con las manos

-¡Me voy ya, coño, otra vez se me hizo de noche alegando, alegando!

A lo que sentenció “Cupeta”, jodelón

-¡Si. Vete ya. Pero quiero sepas que mis vacas están comidas!

Saludos

4 comentarios:

Bencomo dijo...

Donde estabas, Panchillo?

Anónimo dijo...

¡¡Que gracioso Antoñito haciendo perder el tiempo a los demás y de que forma..!! Gracias Pancho por conseguir y poder contar tantas anécdotas que nos hacen pasar un buen rato. Saluditos. Esther.

Anónimo dijo...

Saludos D. Pancho desde eel Vicindario y gracias por la labor que jace.

Moisés Morán dijo...

Siempre tus historias son interesantes.