Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Juan Lana

Juan ”Lana” vive solo y es huérfano desde hace  muchos años. Cuarentón, no se cuida mucho y es verdad que huele un poquito, ¡como diría yo, sin ofender! , tiene un olorcillo entre establo y macho cabrío.  Los vecinos que le quieren mal, dicen que "jié" (1)
Se dedica a la agricultura y la gente que le tiene afecto,  dice que se tiene que echar una novia y casarse.
¡No hace mucho caso al aseo y si no es que de vez en cuando  le invitan a un bautismo, boda o acto similar, incluso un entierro no se lava y se pone ropa limpia.
La casa tampoco es un dechado de limpieza. ¡Ustedes verán, un hombre solo, sin lavadora ni nada en estos tiempos! En fin, para terminar con tanta descripción : la casa está manga por hombro.
El otro día, casualmente, fue a un bautizo  de una sobrina/nieta. Y, miren lo que son las cosas que a la vuelta compró un cochino. Con su ropita limpia y todo se lo cargó al hombro y tiró para la casa. Esa que ya les dije como estaba  de “desastrada”.
En el camino se encontró con Jaime Jesús, de apellido Jesús, que le dijo
-¿Coño, Juan, donde vas con ese puerco?
-¿Qué dónde voy? ¡Pa’ mi casa!
-¿Y donde lo vas a poner si no tienes un triste chiquero?
-¡En mi habitación debajo de la cama! ¡Pasa algo!
             - ¡Tu estás loco y quien vive ahí con esa peste, cristiano!

Juan remató la conversación con esta respuesta

¡ Que se joda!
 
Fin de la historia.
 
Saludos.
 
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P.D.:
1.- Hago saber que esta alocución simple y procaz ha pasado a la historia de frases archipelágicas célebres de Canarias, territorio también denominado "comunidad autótona” que dice mi amigo Félix.
2.- Asimismo el autor (o sea, yo) quiere hacer constar To whom it may concern lo que sigue:
Esta corta historia está destinada a personas despiertas y normales, si usted no lo entiende y perdonando la confianza: ¡allá tú, capirote!.
(1) Hiede, apesta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿ El cochino era negro negro Miguel ? Si es negro lo compró en Agüimes.Me gusta tu cuento.

Anónimo dijo...

Jajajaja menudo jediondo!! No me imaginaba que fuese para tanto esa manga por hombro!
Muy bueno!!

Anónimo dijo...

Pancho que risa me ha dado esta historia, cuando terminé de leerlo tenía cara de asco, es que leía y para mi que me estaba llegando el mal olor..¡¡¡que cosas!!tus cuentos tienen olores, colores..sabores..!!Me gusta leerlos.Saluditos Esther