Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Perfumería de la época.


Siguiendo con la venta de artículos en las tiendas de aceite y vinagre –hablo de la época del cólera, que es la mía- recuerdo, entre otros, algunos que estaban dedicados a la "guapura" del personal, tanto femenino como masculino:
El Visnú, era una crema lechosa para la cara de las mujeres, cuando lo usaban parecía que se habían puesto leche o una mezcla de agua y polvo blanco. Por alguna oculta razón en las arrugas de la cara no entraba el producto, permanecían sin pintar y se notaba muchísimo.
El Floid, para los caballeros: masaje para después del afeitado. Su olor en las barberías aún permanece en mi memoria.
La Bella Aurora: Crema para las manchas de la piel. Continúa vigente, - tiene su página web- ,y
El Dermogético, que se vendía mucho, y había en todas las casas. Creo que era un maquillaje. En estos días he tenido conversaciones donde las mujeres reconocían comprarlo y algunas que todavía lo usan. Claro, ahora lo comprarán en perfumerías, dado que se ha eliminado el comercio minorista de perfumes.
También desapareció el vendedor ambulante de colonias, fijador, brillantina, etc. Iba los sábados por las casas ofreciendo su mercancía.
Para comprar había que llevar los envases. Se usaban tarros pequeños de penicilina u otros medicamentos similares y el vendedor medía la cantidad comprada con unos tubos de cristal pequeños milimetrados y con un embudo pequeñito la introducía en el frasco.
Luego se cerraba con la tapa de goma a presión. Las marcas de colonia que más se vendían, eran
Maja, Maderas de Oriente, Embrujo y Heno de Pravia.
Recuerdo un vendedor -luego fue afamado escritor de Gran Canaria- que subsistía comprando al por mayor –una o dos botellas, de cada cosa- en una droguería del Puerto de la Luz y luego vendiendo estos productos por la zona sureste de Gran Canaria.

Josefita, déme un Veramón


Hace 30 o 40 años algunos medicamentos similares a la aspirina se vendían en las tiendas de aceite y vinagre. Tenían estos nombres comerciales: Veganín, Okal, Calmante Vitaminado, Optalidón, Aspirina inglesa -en un bote de cristal que contenía una gran cantidad de aspirinas pequeñas- y finalmente, Veramón.
El campesino de mis historias -voy a llamarle Panchito- está echándose una copita cuando ve llegar a otro que es famoso porque siempre está gritando. Cuando llega a la altura que puede oirle, dice a la señora del bar: "Josefita, déme un Veramón, ay mi cabecita". Es entendido por todos lo que está diciendo y especialmente por el gritón que le contesta: ¿Que pasa es que no puede uno hablar o qué?. La frase se usa cuando alguien hablando está molestando a otro o no quiere seguir oyéndole.

Ya la cabra me la mataron


Jugando a las cartas con tres personas mayores oí la siguiente frase: "Cuando yo ví el cuero encima de la albarda, me dije: Ya la cabra me la mataron".
El contexto fue un juego de zanga, típico juego de cartas de Canarias. Planteada la situación así:
Un señor tiene en su mano dos cartas, una buena (la 2ª mejor) y otra mala. Cuando tiene que servir (en el juego se llama "arrastrar"), ante el temor de perderla, no se atreve a echar la grande y sirve con la mala. En la siguiente jugada al haber dejado la grande sola, se la quitan con la mayor de todas. Es en ese momento cuando dijo la frase que a mí, particularmente me parece una muestra de la socarronería de la gente del campo.

ESCRITO DE PRUEBA.

Voy a publicar mi primer escrito en el blog. Le he puesto el nombre de CANARIO. espero publicar algunas reflexiones y establecer contactos con personas amantes del debate respetuoso.
saludos.