Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Andrés, el Ratón


Siendo pequeño, mi padre me llevó un día, mejor una tarde/noche. Creo que después de salir del Estadio Insular, donde habríamos visto un partido de la Unión Deportiva- a pasear por la calle de Triana, principal arteria comercial en aquella época y que sigue perdurando con cierto empaque hasta hoy día.


Puente de López Botas; de Palo o de Palastro.
Llegando a la subida a la calle de San Pedro, a mano derecha, existía una joyería, de nombre Pantaleón. Pues bien, mi padre se paró como si fuera a ver los relojes y anillos que se mostraban tras el escaparate. Me hizo señas, para que mirara a su izquierda y entonces, reparé en un hombre alto, casi un gigante, visto desde la altura de un niño de alrededor de 8 años. Estaba descalzo y tenía unos dedos y unas plantas de pie, enormes. Se cubría con un abrigo hasta debajo de las rodillas negro. En su pecho lucía unas medallas honoríficas. Dormía de pie, con la cabeza apoyada en el cristal del escaparate, balanceándose.

Con el susto en mi cuerpo, mi padre reanudó la caminata y dijo: ¡Ese señor es Andrés, es un pobre mendigo y le llaman de apodo, El Ratón. Se dedica a hacer recados por el Mercado de Vegueta. Vive allí debajo del Bar Polo, en el Puente de Palo. Esta es mi experiencia.
Trasera del Puente de Palo. A la derecha, está situado el Teatro Pérez Galdós.
Bajo este puente dormía Andrés. Desde luego, el día en que se tomó esta foto 
sería  imposible.
Hace algún tiempo, coloqué en mi blog una nota alusoria, acompañada de la foto que figura más arriba y cuyo texto es el siguiente:
Andrés Déniz, personaje popular que vivió en Las Palmas de Gran Canaria a mediados del siglo veinte. Hombre simple, sencillo y bueno, se le solía encontrar por los alrededores de Vegueta y su mercado. Vivía bajo el Puente de Palo, que unía Vegueta con Triana, hoy desaparecido. Alto, con los labios gruesos, pelo rizado. Siempre descalzo, con su chaqueta raída de la que colgaba medallas y condecoraciones.
El famoso Bar Polo, lugar de tertulias musicales, en el puente de Lopez Botas.
De ello, deduzco, ya que no miré la foto, que solo dejé de recordar sus labios gruesos, como decimos por aquí: era bembudo. ¡Ah, y también el pelo rizado!
En Internet, he encontrado  también una cita al personaje, es  ésta:

Andrés el Ratón figura en la memoria colectiva de Vegueta, y, así, se ha visto rememorado en una calle localizada detrás del mercado, por donde circula muy poca gente. La ratificación institucional de las figuras 'populares' ni es inmediata ni es políticamente neutra, dependiendo, en gran medida, del gobierno del momento. Figura en esta dirección: http://yaencontreloquebuscaba.blogspot.com.es

Saludos.

Y ahora, quiero hacer una dedicatoria especial a una señora canaria que vive lejos de su tierra, allá en Maracaibo (Venezuela) -donde hace patria- y a la que sé, le gustan estas historias. Su nombre: Feluca Doreste Padilla. Muchas gracias por ser una lectora asidua de los contenidos de este blog. 

Puente de Piedra 1890-1895

La jaula de don Saúl


Esta historia le ocurrió a un amigo, le llamaremos José Angel, cuando corría el año 1978 en Gran Canaria. Hombre amante de los pájaros, es una de esas personas que pasan su tiempo atendiendo y cuidando a los animalitos.
Ustedes los conocerán porque tienen lenguaje propio, no sé si dialecto y dicen cosas como: Que el pájaro está emplumado; que si la hembra tiene huevos; que si le doy huevo duro para que las plumas cojan color; que si limpio la jaula, que si la cubro por la noche. Que si préstame el pájaro pinto que tengo una hembra echada; que si voy a ir a buscar quemones; que si escasea el alpiste, etc..