Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

El borracho del día de Reyes

El Policía local José Batista, en el año 1968, dirigiendo el tráfico en la esquina de Tomás Morales,
con Bravo Murillo, en  la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Foto de Krlos Lag.
Ayer les puse una historia -en el que de forma indirecta- se decían unas  palabras  escabrosas disimuladas  dentro de un contexto rural.
Casualmente hoy,  día de Reyes, tengo otra y se produce de nuevo la circunstancia de incluir una palabrota.  Dado que  sin ella, -la palabrota- la historia queda coja y sin gracia, vamos entonces  a prepararles a ustedes convenientemente para que no vayan a pensar que este es un blog descocado y de personas mal habladas.
La palabra o el palabro polla, es vulgarmente sinónimo de aparato reproductor masculino.
Y, de uso común y diario –vulgar, es cierto- entre la población, especialmente masculina.
En el caso de que estemos suficientemente preparados, empecemos con el cuento, anécdota o historia de hoy.  Para los que no le agrade el asunto, aquí termina su participación. Buenas tardes.  Para los demás valientes, vamos allá:
Era de uso común, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria que  por Navidades en el cruce de Bravo Murillo con Perojo, se pusiera una especie de peana de madera, en la que estaba subido un guardia (hoy Policía Local) dirigiendo el tráfico.
Había uno, muy famoso, el guardia Gregorio, que hacía su trabajo de forma muy simpática y llamativa –semejando  a Cantinflas-, haciendo gestos de que tenía retortijones de estómago, se tocaba el abdomen con una mano y con la otra daba el paso a los conductores que, paraban y depositaban el aguinaldo,  ya fueran cajas de ron, botellas de coñac, polvorones, turrones, etc, junto al redondel de madera. Ver fotos.
Aguinaldo 1965/70
Aguinaldo 1965/70
Bien. Demos ahora un salto temporal y ya pasó Navidad. Es día de Reyes. Gregorio sigue con sus gestos graciosos y en la acera, un borracho, le grita a cada instante
-          Guardia ¿qué te echaron los Reyes?
El guardia seguía impertérrito con sus gracias. Y el borrachito, cada dos minutos a vueltas con
-          Guardia ¿qué te echaron los Reyes?
Repitamos la historia, dos veces más, y de repente, el guardia, cansado de la “paliza” y aprovechando un “jacío” (1), se vira para él y dice, también gritando
-          ¡Una polla!
El borracho, raudo y veloz, le contestó también chillando
-          - Eso es que pusiste el culo, porque yo les puse una bota boyera y ¡me pusieron un timple!



Rogando disculpen el uso de la palabrota, aprovecho para desearles a todos ustedes
¡Feliz Año Nuevo!
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Vocabulario
(1)     Jacío.-  Para mí, es un momento de descanso. Un hueco de tiempo sin actividad.
La Academia Canaria de la Lengua, lo define así:
1. m. Calma momentánea del mar, que se produce en las proximidades de la orilla tras un continuado oleaje. Había que esperar a que hubiera un jacío para poder meter el barco en la playa.
2. m. Escampada en el llover. Cuando haya un jacío, vas a la tienda y compras el pan.
3. m. FvGCGo y LP.  Cese momentáneo de una actividad laboral. En un jacío de las ventas, se echaba un cigarrito.


Aplicaría la tercera acepción: Cese momentáneo de una actividad laboral.