Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

El carbono14


Esta anécdota le ocurrió a un amigo cuya profesión es la de arquitecto técnico. Corría la década de los setenta del siglo pasado y los hechos ocurrieron así:

El señor alcalde intenta por todos los medios fastidiar a un vecino. La razón: una casa que según él, es ilegal porque no tiene licencia de obras. Además, le ha dicho que pare la obra y no le hace caso maldito.

Por si fuera poco, el "caballero" -como dice el alcalde- le ha plantado cara diciéndole, a voz en grito en la calle, que la suya es tan ilegal como las de los demás y si se la tira a él, se la va a tener que tirar a todo el mundo. Cabreado, va a utilizar todos los medios del régimen para derribarla.

Se traslada a la capital en busca de apoyo ante el delegado de Vivienda. Éste le dice que si trae un informe del técnico indicando que la vivienda tiene menos de 20 años de antigüedad, le autorizará el derribo. De vuelta al pueblo, el regidor llama al técnico y le dice con aire amenazador:

-¡Quiero ahora mismo un informe de la vivienda de fulanito! ¡Que diga los años, meses, semanas, días y hasta las horas que tiene de antigüedad! ¡Y lo quiero para ahora mismo, oyó!

El técnico se dirige a la casa, observa la antigüedad en las paredes. La parte baja es de piedra seca, la siguiente capa de cantos unidos con cal y, la más elevada de bloques. A la vista de su percepción emite el informe y lo entrega al alcalde.

Éste lo recoge. Con la calentura y en su deseo de venganza, ni lo lee. Lo mete en una carpeta, llama al guardia que hace de chófer y le indica que tire para Vivienda, en la zona del parque Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria.

Entra en el departamento de Vivienda y entrega el informe al delegado provincial que abre el sobre, lo lee con detenimiento y de repente empieza a reír.

-¿Qué pasa? ¿Le hace gracia?

-¡Con este informe yo no le puedo autorizar nada! ¿Usted lo leyó, alcalde?

El alcalde lo toma en su mano y lee el siguiente contenido:

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El técnico que suscribe hace constar que

Trasladado al domicilio del vecino fulanito se ha comprobado que la vivienda situada en la calle tal, número cual, tiene una antigüedad estimada de 25 años.

En cuanto a la indicación de que informe sobre los años, meses, semanas, días y hasta horas, le informo que en este Ayuntamiento no se dispone de la prueba del Carbono14, única que pudiera confirmar estos extremos.

Firmado.

El Aparejador municipal.

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No les cuento el detalle de lo que pasó entre el técnico y el alcalde, solo conozco que fue tal la persecución iniciada contra el mismo que terminó por operarse de la vesícula –sin estar enfermo- y, entre la recuperación y unos puntos criados pasaron una buena cantidad de meses de baja. Por entonces, se rumoreaba que iban a cesar al alcalde y el técnico rogaba a Dios esperando que ocurriera. Al darle el alta médica, mi hombre se tuvo que incorporar a sus tareas. Con la mala suerte que según entraba en el Ayuntamiento, se encontró en el pasillo con el alcalde que le preguntó:

-¿Qué, amigo, ya se incorporó?

-¡Sí, señor alcalde, ya estoy un poquito mejor!

Entonces fué cuando el mandamás sentenció con estas palabras:

¡Pues vaya ahora con mucho ojo, no sea que tenga que volver a operarse otra vez!


Les juro por Dios que es verdad.

Aprovecho para mandarle un abrazo fuerte al protagonista de la historia.

3 comentarios:

Moisés Morán dijo...

Jajajajajaja, viniendo de quien viene la historia no me extraña.Saludos...

Anónimo dijo...

Es tremendo el relato...Todavía existe gente así, desgraciadamente. Fabulos blog. ¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

Mbb