Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

El potaje de colinos


 Los colinos, conocidos también como "col de orilla" o "col verde" es una variedad de la col común o blanca. Se caracteriza por tener unas hojas de color verde oscuro sobre un tallo largo. Su sabor es ligeramente amargo, que se acentúa en las hojas menos tiernas.
Olegario vive solo, allá en las medianías. Esto de vivir solo, no es bueno. No se recoge la casa como debiera, lo de lavar la ropa, también es una lata. No se  hace comida a diario, así me está contando mientras planta millo.

                  -Mire, Pancho estoy  “jarto" (1) de comer colinos. Yo no sé el tiempo  que no como otra cosa. El otro día, tuve que bajar a Las Palmas al médico y ¡se lo juro por Dios, que no pensaba en otra cosa que en “jartarme” (2) de carne!
Me fui al bar García, por allí por el Parque Santa Catalina, que dan comidas baratas y buenas. Me senté y me dijo el hombre

                -Buenas señor. ¿Pa’ beber?
                -¡Una cervecita!

Me puso un cartón escrito encima de la mesa y me dice
                -¡Aquí tiene la carta, señor!

Como yo no sé le leer. Me hice el farruco y señalé con el dedo  unas letras donde me pareció
                -¡Muy bien, señor. Gracias!

Dijo el camarero y yo me quedo contento por lo bien que salí del apuro.
A esto de los cinco minutos, me sirve la comida y ¡ la madre que lo parió! ¿Usted sabe que me trajo? ¡Un potaje de colinos!
¿Y qué iba a hacer? ¡Comérmelo!
Mientras  lo engullía, ponía los ojos como platos, mirando para la mesa de al lado, donde un señor se estaba “mandando” un filete de carne que no le cabía en el plato.

En ese momento pasa el camarero y el vecino de la carne, le dice:

                -¡Camarero! ¡Repito!

Ésta es la mía -me dije- y paré al camarero
                -¡Amigo! ¡Yo también repito!

Un cuarto de hora esperando  ¿Y saben lo que hizo el camarero? ¡Me trajo a mí otro potaje de colinos y a él, otro plato de carne!  ¡Tres veces le nombré a la madre del camarero. ¡Eso sí, para mí, para mis adentros, no me vayan a dar encima un tortazo!

¡Y también me lo largué! ¡No iba a dejarlo allí!  Y me puse a acechar al camarero por si se estaba riendo de mí. Así que lo paré y le dije
 
                 -¡Amigo, como se llama ese plato de carne!
                 -¡Escalope, señor!

En eso que dice el comensal vecino

                -¡Camarero. Tráigame un limpiabotas!
Sobre la marcha, le dije

                -¡A mí también me trae otro!
Y dice el vecino

-¡Hombre, con uno tenemos pa’ los dos!
¡Mire, me jodió que me lo dijera y se lo largué en su cara!

                -¡Muchas gracias! ¡Pero menos confiancitas! ¡Usted se come el suyo que yo me como el mío!

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(1) y (2) Harto, hartarme.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno, Pancho. Me pregunto pamí, pamis adentros -que diría José María- que de donde sacas estas historias....

pancho dijo...

Anónimo: Con la frase esa que pusiste te identificas. Eres de un tiempo y un lugar conocidos, pero no doy con seguridad con tu persona. Eso sí, ante la duda no voy a decir quien eres, pero la palabra Jiai, es seguro que no te es extraña. Un abrazo

Anónimo dijo...

Con tantos colinos, seguro que los "voladores" le salían gratis

Anónimo dijo...

Cristiano, ponga el comentario anónimo al que contesta, que todos queremos rendijia.

pancho dijo...

Perdone, amigo que no conteste en tiempo. Los misterios de la informática hacen que no se me avise de que hay comentarios pendientes.